jueves, 2 de agosto de 2012

OPINION

Estudiantes rechazados

Apolinar Castrejón Marino

Cincuenta mil jóvenes son mucha gente, algo así como la cuarta parte de toda la población del Estado de Guerrero.
Esa es la cantidad de aspirantes que no consiguieron integrarse a las escuelas más prestigiadas del país: Universidad Nacional autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), y Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Usted ¿que cree que se pueda hacer con todos estos jóvenes? Inquietan un poco las marchas y manifestaciones, que buscan ejercer presión para que todos los aspirantes sean admitidos en las escuelas, y asustan sobremanera las declaraciones de ciertos personajes públicos que prometen y se comprometen a que todos podrán entrar a las escuelas que deseen.

Quizá lo más oportuno sería confrontar la realidad que todos tenemos a la vista, y contrastarla con el mundo ideal en que veríamos colmados todos nuestros deseos.
La realidad total e incondicional, es que no caben todos los aspirantes, lo cual hace necesaria una selección; y esto siempre ha sido así. Otra realidad es que no hay poder humano que logre cumplir todos nuestros deseos. Por los siglos de los siglos, la gente sabe que sus aspiraciones y deseos están supeditados a su capacidad.
Hace algunos años la cosa era más clara: si los padres tenían dinero, los hijos podían aspirar a ser estudiantes y formarse como profesionista, por el contrario, si los padres eran pobres, el joven debía renunciar a sus deseos de estudiar, para dedicarse a trabajar o aprender un oficio.
Quienes ahora son adultos, seguramente se vieron ante esta disyuntiva. Hay albañiles, carpinteros y herreros, no porque les haya agradado desde que eran chicos, sino porque sus padres no tuvieron la solvencia para costearles sus estudios, para que se formaran como médicos, arquitectos y licenciados.
Pero luego el gobierno promulgó leyes y decretos neoliberales humanitarios y progresistas, muy bonitos en el discurso, pero irrealizables, absurdos y sin ninguna correspondencia con la realidad.
Con la pretendida obligatoriedad de la educación, todos tienen el sagrado derecho de estudiar, lo que no garantizan las leyes es quien va a mantener a los estudiantes, con que van a comprar sus útiles, uniformes y materiales para el estudio.
El sistema de becas, los subsidios a los estudiantes y los programas compensatorios de alfabetización, telesecundarias y de educación «abierta» vinieron a corromper completamente a la educación, porque han condenado a los estudiantes a una educación de muy baja calidad. Cabe destacar una gran mentira.
Cierto funcionario del ministerio de educación afirma que los rechazados no consiguieron e ingreso a las escuelas por que no sepan, sino por en realidad no hay cupo.
Quien sabe a quién tratara de engañar, porque los que obtuvieron los primeros lugares fue porque saben más, en consecuencia, quienes tienen un lugar más lejano en las listas, pues es porque saben menos ¿O no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.