jueves, 15 de diciembre de 2011

Confusiones misericordiosas. No es fácil entender a un alcalde, como el de Pungarabato, Gustavo Adolfo Juanchi Quiñones, cuando condena al gobierno del estado, por el caso Ayotzinapa, Normal de la que fueron asesinados dos de sus estudiantes por policías del operativo mal llamado «Guerrero Seguro». Y no es fácil, si consideramos que todos los
 gobiernos dejan su huella indeleble, y allí el caso Aguas Blancas, con el asesinato de 17 campesinos a manos de la policía estatal, en la era de Rubén Figueroa Alcocer, patriarca priista. Un cuadro que ayer fue enunciado por algunos de los que oyeron hablar al alcalde de extracción priista por la estación de radio XEXY en el marco de su 42 aniversario. Es grave el asunto, claro, es doloroso, por supuesto, lastima al pueblo y enrarece el ambiente político, nadie lo duda. Pero duele todo, indigna. Hay un fragmento muy claro y directo en el espacio que se le dio al presidente municipal, cuando dijo que si no se aplica la justicia al responsable del asesinato de los estudiantes, se complicaría de manera aguda la vida de Guerrero. Este solo fragmento, que es muy duro por sí mismo, muestra al mismo tiempo su condena, su exigencia de justicia, su indignación, su advertencia de un suceso futuro inmediato, pero brinca el dato de que se habría de puntualizar en esa misma condena a lo que han hecho todos los gobiernos. Y cuando se dice todos, incluye al de Rubén Figueroa, al de René Juárez Cisneros, al del mismo Chirundo Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, todos dejaron grandes dolores. Tampoco se trata de defender a un gobierno como el de Ángel Heladio Aguirre Rivero, que es en estos momentos blanco fácil del linchamiento social que se ha emprendido. No nos estacionemos en la inutilidad de su aparato de comunicación social y que por eso, Aguirre Rivero tenga que recurrir a un vocero que le sacuda las incomodidades, como Arturo Martínez Núñez, pero se tiene que remarcar que no es sencillo entender expresiones que se enredan en una verdad escamosa. Y es que si bien Juanchi Quiñones tiene razón, habría que medirse todo con la misma vara. Tal vez haya quien diga que es un asunto vencido el de Aguas Blancas, y que el mismo ex gobernador Figueroa Alcocer ya saldó sus culpas, al haber sido separado del gobierno. Pero en estas raras coincidencias, expresadas con esa laxitud al que nos hemos acostumbrado, al ser defenestrado el hijo del Tigre de Huitzuco en 1996, por un hecho ocurrido un año antes, le heredó el poder al actual gobernador, digamos mejor que le pasó la estafeta para completar los seis años, con tres que faltaban. Y ese escenario, exactamente ese, muchos ven la posibilidad de que se repita, pero con Ángel Heladio Aguirre Rivero, en esos actos de la vida que parece que nos hace pagar todo. Alguien habla de un «aguablancazo» aplicado al mandatario estatal de este periodo, pues cesar a tres funcionarios, para muchos no fue suficiente. Y por otro lado, hay quienes comparten la decisión del mandatario estatal, pues de igual manera, ya adelantó que los ex funcionarios que fueron despedidos, van a ser investigados. Medidas prontas, acuciosas, que se toman como insuficientes, y de pronto el brinco de que se debe aplicar la justicia a los responsables, si no se quiere que la vida del estado se complique más, de Gustavo Juanchi. Casi al final de su participación, el alcalde aterrizó para decir que porque es humano, no está exento de que pudiera cometer algo que tanto critica como es actuar con violencia en contra de los ciudadanos, pero confió en que no llegue a suceder algo como eso. Es claro, entonces, que con esa fragilidad de ser humano, se está consciente de sus propias debilidades. Aquí se despeja una duda, pero se abre otra. Pungarabato no ha sido miel sobre hojuelas, han ocurrido muchos actos violentos al igual que en otros municipios, aunque no ha sido por la mano del gobierno, ahora bien, lo más sustancioso de este embrollo, sería saber qué medidas se podrían tomar en el tema de seguridad pública. No son palabras menores, y pocos, pero en realidad pocos, se atreven a hablar sobre el asunto, ríspido por antonomasia. Sabemos que Gustavo Juanchi quiere seguir su carrera política, pero si bien es válido, que explique a la ciudadanía, qué tiene para desenmarañar este enredo babélico. Qué propone, qué podría aportar, y es que, bueno, criticar es muy sencillo, es lo más fácil del mundo, hay quienes critican con o sin fundamento, para construir o para destruir, pero en estos momentos necesitamos construir este estado que se nos deshace en las manos y queremos propuestas.

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