martes, 18 de diciembre de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
TEOPANCALAQUIS
“La gente mayor afirma que desde antes de la Colonia los pobladores de Chilpancingo ya practicaban este tipo de adoración para sus dioses y que era una forma de agradecer a sus deidades las cosechas que en forma abundante se daban en el valle de Chilpancingo”.
Cuando nos referimos a los festejos de diciembre en Chilpancingo, mencionamos con frecuencia, porque así nos lo indica la tradición, la existencia del “Teopancalaquis” que, según los enterados, esa voz náhuatl quiere decir “Entrada al templo”, o “Danzantes frente al templo”.
Esto sucede la noche del 24 de diciembre en la iglesia de Santa María de la Asunción, durante la misa “de Gallo”.
Entran los danzantes al templo, llegan al altar mayor, se arrodillan, se persignan, salen y siguen danzando en las afueras de la ahora catedral para el regocijo popular que va a disfrut
ar de esa ceremonia tradicional.
En años idos, cuando fue sacerdote encargado de administrar el histórico templo de Santa María de la Asunción el célebre padre Agustín, sacerdote Agustín M. Díaz, quien llegó a Chilpancingo en 1946, cuando tenía 52 años de edad y durante 17 años permaneció como responsable del templo, hasta el día de su fallecimiento ocurrido el 18 de septiembre de 1963, el ritual cambió debido a que el clérigo ya no permitió que los danzantes entraran solos. Se encargó de recibirlos a las puertas de la iglesia y los conducía hasta frente el altar mayor donde ejecutaban el mismo rito de hincarse y persignarse.
El padre Agustín, después de agradecer su presencia, con un hisopo les echaba agua bendita en la cabeza, y tras de recibir su bendición, los danzantes salían a seguir danzando frente al templo donde después de su actuación se quemaba un vistoso castillo de pólvora hecho con carrizos y otates.
Después de 1963, otro querido y valioso sacerdote, don Humberto Osorio Refino, se quedó a cargo de la Asunción. Y más tarde de las parroquias de los barrios de San Mateo y de la Santa Cruz.
En una entrevista que le hicimos, a propósito de los festejos tradicionales de diciembre en Chilpancingo y particularmente del Teopancalaquis, nos comentó que “entre las bellas tradiciones de nuestro pueblo, efectivamente existen algunas que yo llamaría liturgias, celebraciones de nuestros antepasados que tenían como centro el culto divino, alguna vez equivocado, lógicamente, pero muchas veces centrado en la religión cristiana que nos trajeron los misioneros”.
Decía que los misioneros tuvieron como un signo, la inculturación.
¿Cómo pudiéramos definir la inculturación?
“Es decir, que sin perder la riqueza de las tradiciones, la belleza de las danzas, los ritos, se les pudiera poner un sentido religioso.
Entonces, sin destruir, decía yo, el arte, la cultura, la civilización del pueblo antiguo, se le pusiera esta inculturación, es decir, un traje cristiano.
Esto lo encontramos, por ejemplo, en las danzas, en las piñatas, la danza de los diablos y entre esos ritos encontramos la adoración al verdadero Dios en las fiestas de mayor remembranza de nuestro pueblo, como es la Navidad.
Entonces, a estos obedecía que efectivamente acudieran a un santuario, a un templo, en donde danzando entrababan a venerar a Dios, darle gracias algunas veces por acontecimientos muy hermosos como son las cosechas, la vendimia, a recoger la cosecha de los campos y llegaban danzando. Los campesinos iban con sus milpas, pero siempre llegaban acompañando de las danzas más tradicionales.
Aquí, en nuestra región, lógicamente que los tlacololeros tuvieron un significado muy importante porque es una danza que nos habla precisamente de la vida del campesino, de cómo combatía las plagas, de cómo cuidaba sus siembras y de cómo cosechaba el fruto de su trabajo.
El Teopancalaquis era una reunión del pueblo, reunido a través de sus danzas, de su música. Precisamente para celebrar ese culto pudiéramos decir, que en su nombre exacto es un sincretismo, porque es una mezcla de ritos paganos, pero también una mezcla de ritos o de doctrinas ya cristianas.
La última venida del Papa nos dio oportunidad en La Villa de Guadalupe de ver las danzas entrar a La Villa y ver danzar ahí frente a la virgen de Guadalupe, la Tonantzin, y delante del Papa. Esto es muy rico y es algo que debemos aprovechar.
Posteriormente, lógicamente se ha ido perdiendo esto, pero tendríamos que cuidarlo, porque es un signo, una señal de nuestras tradiciones, de nuestras creencias y de nuestra vivencia propiamente nacionalista. Así pudiera yo hacer una pequeña síntesis y posteriormente decirte algo acerca de la pieza musical que precisamente se llama ‘Teopancalaquis’. Fue compuesta por el maestro de Iguala, el director de la Banda de Música del Estado, José A. Ocampo. El hizo varios arreglos. Creo que en esta pieza del Teopancalaquis hay una reunión de músicas de distintas regiones del estado y de algunas muy antiguas.
Creo que ahí, si no me equivoco, hay una pequeña copla del Himno a Guerrero, remata con eso. De ese himno yo he buscado sus raíces. Hubo un maestro en Huamuxtitlán, el maestro Galindo, de una categoría muy grande, que desgraciadamente su música se la compraron o se la regaló a Estados Unidos, allá la explotaron más que en Guerrero.
Yo pienso que él fue el autor del Himno Católico: “Venid, oh, cristianos, venid y adoremos, el gran sacramento que está en el altar”. Y alguien aprovechó esa música de este canto religioso para hacer el Himno a Guerrero, que ya es con sentido patriótico que es interesante, y otros arreglos entraron a esta melodía del maestro Ocampo que dejó una huella muy importante”.
SOBRE EL TEMA DEL TEOPANCALAQUIS, DON HERMILO CASTORENA NORIEGA, CRONISTA DE LA CIUDAD DE CHILPANCINGO, REFERÍA LO SIGUIENTE:
A las 12 de la noche del 24, los danzantes se reúnen bailando frente a la Capilla de San Mateo (por lo menos antes lo hacían), bajando luego a la iglesia de Santa María de la Asunción, en el centro de Chilpancingo, para ejecutar algunos bailables en una como adoración por el nacimiento del Salvador del Mundo.
Esta reunión, que parece ya la efectuaban nuestros indios para con sus dioses paganos antes de la Colonia, en lo que se conoce como Teopancalaquis, que en mexicano significa “Entrada al templo”.
Generalmente participan en el Teopancalaquis las danzas de los Tlacololeros, Santiagos, Moros, Diablos, Manueles, Apaches, Conejos, la Pescada o los Pescados, los Mudos y otras que con el tiempo han sido olvidadas.

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