Futboleros escandalosos
Apolinar Castrejón Marino
Todos los «políticos» presumen de ser honestos, inteligentes y valientes. Algunos aseguran ser muy solidarios, comprensivos y generosos, y hasta hay unos que se vanaglorian de ser guapos y elegantes.
Por ejemplo, el mandamás chilpancingueño se llena la boca diciendo que es muy buen político, que es muy «dialogador» y muy «trabajador». Ha, y también le gusta hablar de que tiene una larga y exitosa carrera en la política.
Pues mire, si nos atenemos a los hechos, todo eso es mentira. Ese señor que recibió la Presidencia de la capital del Estado de Guerrero como consolación por la estrepitosa derrota que le propinó un empresario metido a político, es el peor negociador y el peor conciliador.
En fechas recientes quiso confrontar a los vendedores de porquerías y fruslerías en el centro de la ciudad. A pesar de que tenía la ley de su parte, y de que la ciudadanía apoyaba la medida de limpieza del zócalo y primer cuadro, el greñudo y mugroso líder de los vendedores, se lo empinó a la vista de todos.