Cosmos
Héctor Contreras Organista
Carabela
En las proximidades de algunas islas del Caribe navega tranquilamente una Carabela. Los marineros hacen sus tareas mientraas que los oficiales se ocupan en quehaceres de trazos de rutas y administración del navío. El capitán en cubierta va supervisando detalles y girando órdenes.
De pronto comienza a soplar un viento frío que golpea la nave. Su fuerza crece rápidamente. El amplio espacio del cielo azul es cubierto por una espesa nube negra que se desplaza y se extiende en el infinito anunciando tormenta.
El trayecto de la carabela en crucero es amenazado. La embarcación es envuelta en breve tiempo por una tormenta, anticipo de huracán.
El estruendo ensordecedor de los rayos, el viento y la lluvia “pican” el mar. El oleaje eleva su tamaño y amenaza con destruir la nave. Presurosamente hace bambolear la embarcación que ante la bravura del Océano parece solamente un pedazo de madero frágil, casi insignificante ante la poderosa copia del diluvio.
Pese al caos, el medio centenar de marineros tratan de permanecer firmes, justamente cada cual en el espacio que les fue asignado. No hay alteración ni gritos ni desesperación en ellos porque conocen su quehacer y sus deberes ante alguna contingencia. No es que sus nervios sean de acero ni son seres de excepción. Son marineros habituados a la rudeza de las tormentas y a la adversidad en cualquiera de los siete mares.