lengua en 1ª escuela de Acapulco
Kau Sirenio Pioquinto.ACAPULCO, GRO.– Caminar en las calles de la colonia Alborada 19 es como recorrer los caminos agrestes de La Montaña guerrerense. Lodo, baches, arbustos, polvo, el zumbido de los enjambres de zancudos que vuelan a las orillas de las barrancas y la falta de servicios básicos, como médicos, agua potable, drenaje y transporte público.
Las casas de esta colonia son de madera, de palapa y de lámina de cartón y una que otra de material. Las familias comparten entre ellos el trabajo comunitario, la venta de artesanías, que les provee lo necesario para subsistir en la ciudad turística y violenta.
Las casas de esta colonia son de madera, de palapa y de lámina de cartón y una que otra de material. Las familias comparten entre ellos el trabajo comunitario, la venta de artesanías, que les provee lo necesario para subsistir en la ciudad turística y violenta.
Pero más allá de la precariedad de este asentamiento indígena del puerto — mayoritariamente ñom’da nankue o amuzgo en castellano —, sus habitantes viven una constante discriminación por su forma de organizarse y hablar. “Esos montañeros que hablan raro”, le llaman en la Alborada a los indígenas de La Montaña, la región más pobre del estado y una de las más marginadas de todo el país.
Para hacer frente a este problema, los migrantes indígenas de las cinco etnias que habitan La Montaña — ñom’da nankue, me’phaa, ñu
Para hacer frente a este problema, los migrantes indígenas de las cinco etnias que habitan La Montaña — ñom’da nankue, me’phaa, ñu