Cien días de desgobierno
Apolinar Castrejón Marino
Iba por el campo un borrico y un caballo, arreados por un comerciante que se dedicaba a vender sus mercancías de pueblo en pueblo. Pero toda la carga iba sobre el lomo del burro, ya que el comerciante pensaba vender al caballo, y no quería maltratarlo.
Como el burro ya iba muy cansado, y aprovechando que el dueño se había quedado a tomar agua de un arroyo, le pidió al caballo, que le ayudara con un poco de su carga. Pero el caballo no quiso ayudar al burro y antes se burló de él diciéndole que para eso son los burros, para la carga.