CDMX, a 24 de oct. 2017.- Valerio Trujano era moreno, cabello crespo, bajo de estatura, y a pesar a su mirada tranquuila, era firme: “era honrado y gentil, y estas virtudes armonizaban con una devoción sincera que no se oponía, a sus deberes de soldado, de modo que jamás fue sorprendido por el enemigo ni se advirtió en él la menor falta militar”.
Siendo arriero viajó a muchos lugares; se hizo propietario de una numerosa recua que le daba para cubrir sus necesidades, las de su familia y un poco más; hacía viajes desde Oaxaca al sur de Guatemala y la costa del Norte, cargando cochinilla, cacao o ganado. Prosperaba a buen ritmo.
Iba al puerto de Acapulco por mercancías de China y Filipinas, al regreso, pasaba
Siendo arriero viajó a muchos lugares; se hizo propietario de una numerosa recua que le daba para cubrir sus necesidades, las de su familia y un poco más; hacía viajes desde Oaxaca al sur de Guatemala y la costa del Norte, cargando cochinilla, cacao o ganado. Prosperaba a buen ritmo.
Iba al puerto de Acapulco por mercancías de China y Filipinas, al regreso, pasaba