Coyolxauhqui
Daniel Reyes
El día de ayer, se conmemoraron 41 años de unos de los descubrimientos más relevantes de la década de los setentas, fue el hallazgo del monolito de Coyolxauhqui, la Diosa de la Luna, al pie de las escaleras del templo Mayor de la Ciudad de México. Durante los trabajos de la compañía de Luz y Fuerza, aún de madrugada y antes de que la Luna desapareciera, fue encontrada una roca de dimensiones colosales de 3.25 metros de diámetro y un peso de 8 toneladas, el 21 de febrero de 1978.
El presidente en turno José López Portillo, asombrado por su misterioso simbolismo, pues tenía amor por esta cultura, ordenó que se derrumbasen los viejos edificios coloniales, con la finalidad de conocer más sobre los aztecas y fue así, como se encontró el Templo Mayor y su monolito portentoso.
A continuación, les compartimos el mito de la Diosa, tomado del Códice Florentino, traducido por el Dr. Miguel León Portilla
Mucho honraban los Mexicas a Huitzilopochtli; sabían origen, su principio fue de esa manera: En Coatepec, por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaban una mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los 400 Surianos y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui.
Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría, tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajó un plumaje, como una bola de plumas finas. En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer,
buscó la pluma, que había colocado en su seno. Pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó encinta.
Posteriormente, mació Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanzadardos de turquesa. Se pintó su rostro con franjas diagonales, con el color llamado “pint