Antonio Banderas
en Chilpancingo
Apolinar Castrejón Marino
Cuando vamos a un restaurante porque queremos comer, según la parafernalia nacional, nos dan la “carta” para que escojamos algo que nos agrade, para satisfacer nuestro apetito.
Pero, con este acto aparentemente inocuo, nos están indicando que nuestros deseos, o nuestro antojo, no importan nada al dueño o administrador del negocio: tenemos que escoger algo que ya tiene preparado, algo que él quiere que comamos, algo que él quiere vendernos.
Igualmente, cuando acudimos a una tienda departamental, con la intención de surtirnos de algo que nos falte en el hogar, regularmente nos topamos con “islas” de mercancías cuidadosamente acomodadas en los lugares más transitados.
Esas pilas de artículos siempre tienen grandes anuncios, en los cuales nos argumentan su bajo precio, su gran utilidad y calidad, y hasta que están de moda. Hermosas edecanes, vestidas con pulcri