COSMOSHéctor CONTRERAS ORGANISTA
EPIFANIO MARTÍNEZ BARRERA
Cuando hace veinticinco años, en 1992, comenzamos a escribir un artículo periodístico informando y comentando las valiosas actividades profesionales y humanitarias que desplegó en los años 60 en la llamada “Región Azul de Guerrero” el médico don Epifanio Martínez Barrera, recopilamos el sentimiento de la gente quien lo había bautizado como “El Benefactor, ejemplo de amor y servicio a Quechultenango”.
Ello se debió, sin duda, a las innumerables obras que realizó en el municipio de Quechultenango, cuando estuvo a cargo de los Servicios de Salud.
Independientemente del amor a su profesión y su desempeño ético, ampliamente reconocido y aplaudido, nos percatamos que el Médico, don Epifanio Martínez Barrera es amante de la cultura, de las tradiciones y costumbres y que había llegado a la región exacta donde también podría desplegar sus inquietudes en esas actividades, lo que finalmente logró con éxito.
Su llegada a Quechultenango ocurrió hace casi sesenta años, 58, para ser exactos: El 4 de enero de 1959.
Iba a ese municipio por seis meses y se quedó seis años. En esa comunidad había mucho trabajo, mucho quehacer y una buena disposición de la gente para que el médico lo realizara.
Supimos que contrajo nupcias en Chilpancingo, siendo su esposa originaria de Quechultenango, matrimonio que ocurrió en 1970.
Después de seis años de trabajo esforzado, don Epifanio comenzó a sentir a Quechultenango como su segunda tierra y así lo ha manifestado entrañablemente. Él nació en Tonalapa del Río, municipio de Teloloapan.
Cuando la gente de esa región comenzó a agradecerle y a observar todas las obras que logró realizar por medio de sus gestiones, dijo con su franqueza característica que no era hacedor de
bienaventuranzas. “Simple y sencillamente me he concretado a ver, a analizar, a estudiar las cosas, a ver los problemas, a proponer soluciones y la gente me ha hecho caso. En Quechultenango me hicieron caso e hicieron su trabajo. Y lo que tienen, lo hicieron ellos”.
En el año en que el doctor Epifanio Martínez Barrera llegó a Quechultenango, se realizaba la última etapa de la campaña contra la viruela, por parte de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA).
Los médicos tenían la encomienda de llegar hasta los últimos rincones del país para llevar la vacuna antivariolosa, lo que a nuestro amigo Martínez Barrera le permitió visitar todas las comunidades de Quechultenango, percatándose de sus problemas. El principal de ellos, la incomunicación y la escasez de escuelas, ya que sólo seis pueblos contaban con escuelas