COSMOS Héctor CONTRERAS ORGANISTA
TORONJIL y SEMITA
Tema dedicado con profundo y fraternal cariño a nuestro gran paisano y amigo Gustavo Ayala Guevara y a su querida familia allá, en los Estados Unidos de Norteamérica:
Mi tierra, cuenta por fortuna, con una buena cantidad de tradiciones que es lo que da la característica especial de vida distinta a una población tan querida como es Chilpancingo.
Podrán otras poblaciones disputar que son la cuna del pozole, de las danzas, del fiambre, de los moles, los tamales, los atoles, etcétera, pero donde esas artes culinarias y dancísticas alcanzan su culminación, gloria y fama es ni más ni menos que en Chilpancingo, que en totonaca quiere decir: ¡Pueblo Hospitalario!
¿Dónde más existe el Porrazo de Tigres?
¿Dónde se venera con tanta solemnidad y festejos populares el Nacimiento del Niño Jesús?
¿Dónde hay otra Feria de Diciembre como la que se originó en San Mateo hace muchos años y que es el festejo popular más antiguo del país?
Chilpancingo tiene eso: Es Original.
Así de sencillo y simple: Un pueblo Original.
Y la Naturaleza ha contribuido tanto en ello para que los presumidos chilpancingueños causemos envidia a muchos, que nos regaló en sus campos, cerros, barrancas y llanuras una infusión deliciosa, sabrosa y aromática, un té único que desde hace siglos se conoce como Toronjil.
“Quien lo prueba, siempre vuelve a mi ciudad”, reza en un párrafo “Mi Tierra Chilpancingo”, canción de Héctor Contreras Organista.
El Toronjil, ya lo tomaban los abuelos en las madrugadas cuando llegaban a sus parcelas, o a sus tlacololes, a sus potreros cuando iban a la ordeña o abrir surcos con el arado, a cortar leña o simplemente a campear.
Las abuelas ya habían atizado en casa las hornillas o el bracero y ponían a hervir el agua con ramitas de Toronjil que aromatizaba todo el hogar. Olor y sabor únicos, deliciosos, abrazadores, y también medicinales.
¡Ah!, pero debía tener su complemento exacto.
Y un muchacho, de esos chilpancingueños traviesos y entusiastas quien comenzó a trabajar en una panadería modesta en Chilpancingo, quería saber mucho más sobre cómo hacer pan de calidad. Y se aventuró, como otros muchos paisanos, a irse a la ciudad de México en busca de conocer a fondo el oficio de elaborar pan, y lo logró.
Pero no culminó su aprendizaje con los grandes maestros panaderos de la capital del país, quería hacer más, algo original para deleitar a sus paisanos y lo logró: Inventó las Semitas de Requesón con panocha que, al comenzar a venderlas en Chilpancingo, la gente encont