viernes, 27 de agosto de 2010

Opinión

Comida chatarra:
ciudadanos chatarra

Isaías Alanís


El gobierno Federal determinó que la comida chatarra, debe salir de las escuelas a partir del nuevo ciclo escolar: refrescos, jugos industrializados, sopas instantáneas, fritangas y botanas que sobrepasen las 400 calorías, como son: papas fritas, gansitos y toda esa caterva de productos de plástico. Esta pandemia comercial en el consumo de alimentos, le cuesta al erario por concepto de salud a causa del sobre peso y obesidad infantil un gasto superior a 67 mil millones de pesos al año.
Y lo peor, estamos creando una generación enferma, y enriqueciendo a empresas nacionales y transnacionales, y en este último tramo, a firmas chinas que fabrican dulces, comida y demás desgracias infantiles con productos contaminados.
El Consejo Nacional de Autoridades Educativas, el Consejo Nacional de Salud y representantes de los 32 estados, aprobaran los lineamientos generales para el expendio y distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar. Alonso Lujambio, titular de la SEP y el de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, lo validaron.
En México, 25 millones de alumnos consumen más de 500 calorías en el recreo. Por ese detalle, México ocupa el primer lugar mundial en obesidad, con 4 millones de niños de 5 a 11 años de edad. Eso costó en salud, en el año dos mil, 35 mil millones de pesos y más de 67 mil millones de pesos en el dos mil ocho. ¿A cuánto asciende el costo en este dos mil diez, año del bicentenario fallido y el brutal impacto negativo en la salud y desarrollo de la niñez mexicana?
¿Cuántos miles de millones de pesos dejarán de entrar en las arcas de refresqueras, productoras de alimentos chatarra, dulces, confituras y toda clase de comida rápida incluyendo a los Kentucky y su famosa «cajita infeliz», cuya ingesta le ha costado la muerte a niños mexicanos?
Un niño, requiere mil 300 calorías diarias, teniendo en cuenta que 85 por ciento llega a la escuela desayunado, uno de preescolar consume de 217 a 240 calorías al día; los de primaria de 275 a 290 y los de secundaria de 362 a 400 calorías, y una simple bolsa de papas contiene 470 calorías. ¿Se imagina amiga y amigo lector? Los productos que actualmente se ofrecen, ya no se podrán vender: refrescos con y sin calorías, jugos de frutas, yogurt para beber, palomitas de maíz con mantequilla, leche entera y con saborizantes adicionados, verduras con altos contenidos de sal. Y nada frito: la quesadilla deberá ser calentada en comal, nunca en aceite; tampoco tacos, flautas, gorditas de chorizo, papa y frijol, tortas con guisados fritos, molletes, tamales, sopas instantáneas, pizzas, plátanos fritos, hamburguesas, hot cakes. Nada. Los chavales tendrán que comer: torta o sándwich de atún, esquites, fruta fresca de estación, quesadillas de queso panela, enchiladas de queso, chilaquiles y nada de tacos de carnitas, ni carbohidratos de más.
¿Podrá el gobierno estatal, la SEG y los ayuntamientos vigilar que estos lineamientos se cumplan, y el gran negocio de las compañías productoras y cooperativas escolares dejen de seguir envenenando a la niñez y la salud de los niños y niñas, expoliando el bolsillo de los padres y paterfamilias: serán capaces de lograr una nueva cultura alimentaria para sus hijos? Es terrible observar en la calle a niñas y niños con sobre peso, saborear toda clase de chucherías nocivas para la salud, y a padres con tal de no prepararlas un lunch adecuado, darles la plata para que se compren porquerías y con el ahorro de tres días de ayuno, droga.
A nivel estado, la Secretaría de Salud y la SEG, tienen que tomar cartas en el asunto y garantizar la ejecución de los lineamientos signados con la federación en este rubro, que se ha convertido en un desastre para la niñez. Implementar programas con maestros, padres, y desde luego contar con la asesoría de un grupo de nutriólogos que verifiquen la tabla alimentaria más adecuada por regiones. Tomando en cuenta la desproporción alimenticia existente en Guerrero.
Se imaginan las ganancias de las cooperativas escolares en los centros urbanos del estado como Acapulco, Zihuatanejo, Taxco, iguala, Ciudad Altamirano, Chilapa, Tixtla, Tlapa, por citar sólo a los más importantes. ¿De cuántos millones de pesos anuales estamos hablando, y cómo se reparten? Un niño gasta veinte pesos diarios, al menos es lo que he comprobado que las madres les dan a los alumnos de primaria que veo cotidianamente en las combis de Chilpancingo. A veces treinta o algo más. Un ejemplo apriori: si el Colegio Morelos de Chilpancingo, uno de los más emblemáticos, tiene una población escolar matutina de mil 200 alumnos, y por la tarde con otro nombre pero en el mismo local que se está cayendo, 600. Estamos hablando qué, si una niña o niño consume veinte pesos diarios, la cantidad bruta que entra a la cooperativa al mes es de ciento 20 mil pesos, nada más en el turno matutino.
El alcalde de Chilpancingo, Héctor Antonio Astudillo Flores, que ha desarrollado un trabajo impecable, de trascendencia en la capital del estado, y en su calidad de Coordinador de los Alcaldes del tricolor, debería de impulsar la revisión de estos negocios, en forma tripartita. Autoridades de la SEG, maestros, la sociedad de padres de familia y diseñar una agenda cuya prioridad sea buscar acciones prácticas para erradicar este mal. Escuelas como la Anáhuac, Morelos, y todas, deberían ser revisadas de acuerdo a los lineamientos dictados por la SEP y la Secretaría de Salud Federal. Y obviamente, con la asesoría de nutriólogos concretar una tabla de alimentos permitidos, totalmente sanos y que las condiciones de su venta y exposición, cuenten con las normas de salud para establecimientos de este tipo.
Y acudir a quienes saben de estas cosas y diseñar una campaña a nivel estado con artistas, teatreros, músicos y cuenteros para que sensibilicen a los alumnos sobre la importancia de consumir alimentos sanos. Y desde luego, que incluya a maestros y padres de familia, nutriólogos y expertos en alimentación infantil y juvenil. Guerrero tiene un potencial hasta ahora soterrado, hay que hacerlo que brote como la sonrisa de un niño sano o el canto de un cenzontle en el vasto cielo de montañas, valles, vegas, planicies y costas de Guerrero.
Aviso de ocasión:
Estimado Cuauhtémoc Sandoval: me avisaste a toro pasado sobre un desplegado que apoya tu candidatura, y donde apareció mi firma. Recuerdo un poemínimo de Efraín Huerta: «nunca he dado mi firma por la paz…».

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