Cosmos Héctor Contreras Organista Pájaros Caídos Al sur de la frontera, muy al sur, aunque todavía lejos, muy lejos de la Tierra del Fuego, existió un pueblo que se llamó Chilpancingo, recostado incómodamente sobre un valle esmeralda del mismo nombre, atravesado por más de veinte barrancas y un río, rodeado de cerros pero a la vez, en el pasado, dueño de un clima agradable, al grado que el Barón de Humboldt a su paso por el lugar observó que era ahí el mejor clima del mundo, y así lo escribió en sus crónicas.