Cartas a la Dirección Estimado tocayo... Hace algunos días, asistí al panteón central de esta capital, acompañando a mis amigos Nacho y Goyo Arcos y familia, para dar cumplimiento a cabalidad al ciclo de la vida de su querido padre el señor Arturo Arcos Tapia, persona ampliamente conocida y respetada en esta ciudad, quien supo dar ejemplo de vida y de trabajo a sus hijos convertidos hoy en profesionistas, también estimados y respetuosos de las tradiciones de este pueblo que lo vio nacer. Ignacio, Nacho, como coloquialmente le conocemos, en esa tarde augusta del funeral, expresó al pie del sepulcro una verdadera elegía, conmovedora, nacida de lo más profundo del alma, la misma que arrancó lágrimas y suspiros entrecortados a los asistentes que escuchamos con atención y respeto, he aquí: