Y sin embargo, se mueve Apolinar Castrejón Marino Durante muchos siglos, la Iglesia católica tuvo un gran dominio sobre la humanidad, tanto o más que los reyes. Tenía en sus manos las más grandes riquezas, tenía como aliados a los más poderosos casas gobernantes, y era dueña absoluta de la vida de las gentes, a través de una organización terrorífica a la que llamó La Inquisición. Nadie escapaba a la inquisición: ciudadanos, reyes ni banqueros. Inclusive los escritores, poetas y científicos, debían tener sumo cuidado con lo que escribían o decían, pues si llegaba a oídos de la inquisición, podían ser acusados de herejes, libertinos o impíos, y el Tribunal del Santo Oficio de La Inquisición, los condenaría a una muerte espantosa: quemado en la hoguera, frito en aceite, o descuartizado.