jueves, 12 de enero de 2012

COLUMNA

 
La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre


A un mes de los hechos sangrientos ocurridos en Chilpancingo, donde cayeron abatidos a balazos dos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, «Raúl Isidro Burgos» habla la Iglesia, y coloca su postura en un sentido diferente al del resto de los que han opinado.
Se dieron destituciones de dos funcionarios de primer orden, un subsecretario, y el director de la Policía Investigadora Ministerial, se rasgaron las vestiduras infinidad de sectores; el Frente de Masas Populares del Estado de Guerrero, encontró el pretexto justo para montarse sobre el gobierno al que ha acusado de represor y mata estudiantes.
Los estudiantes han encontrado, también, el pretexto justo para hacerse las víctimas, para secuestrar con motivo, autobuses y hasta cinco conductores, han marchado y han llorado, y hasta le cebaron el tercer informe de actividades, a Héctor Astudillo Flores, y bueno, también la respuesta del gobierno, se soltó en esa línea.
Aunque de manera aleatoria, los priistas encabezados por el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, también hablaron, y contrario a lo que esperaban todos, se mostraron solidarios con el mandatario estatal, ante el silencio sepulcral del PRD, hasta que en alguna ocasión de este año, Jesús Zambrano Grijalva, lanzó su respaldo como con inutilidad.
Y cuando todos pensaban que el informe preliminar de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sobre el caso, calmaría las aguas, las volvió a zarandear para el gobierno del estado, con olas tan grandes que semejaba un tsunami, o surimi, como define ese acto de la naturaleza en el mar, la intelectual Ninel Conde.
Y bueno, la Iglesia en voz de la provincia eclesiástica de Acapulco, explicaron que les preocupa la polarización social que ha tomado el caso, es decir, los ánimos exacerbados de uno y otro lado, pero además, que este asunto tan lamentable, se ha entrado en el campo de la politización, lo que lo coloca en un nivel de alto riesgo.
Aquí debe aplicarse la ley y hacerse justicia, dijeron en un documento que ayer mismo firmaron, y fue leído posterior a la misa vespertina, la idea, dijeron, es reencontrar la tranquilidad social y política, como condición para el desarrollo y la paz de nuestro pueblo, pidieron los cuatro obispos.
El documento que fue firmado ante el representante del Papa Benedicto XVI en México, el nuncio apostólico, Christophe Pierre, lo avalan: Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Acapulco; Alejo Zavala Castro, obispo de Chilpancingo-Chilapa; Óscar Roberto Domínguez Couttelec, de Tlapa, y Maximino Martínez Miranda, de Ciudad Altamirano.
Y explican de manera directa, que se hace necesario construir la paz como compromiso evangelizador. Aparte, en ese mismo documento tomaron algunos puntos con la misma naturaleza, pues es lamentable la situación de violencia e inseguridad que se vive en diversas intensidades.
«A lo largo y ancho de nuestra provincia, nos ha merecido una atención especial específica, por parte de nuestra diócesis, con la que buscamos contribuir mediante la evangelización, a la necesaria tarea de construir la paz», se lee en el escrito girado ayer casi a medianoche.
De esa suerte, siguen en el empeño de evangelizar hoy, explican, con el reto de ser constructores de la paz, y de invitar a toda la sociedad a comprometerse a realizar acciones precisas para construirla, asentaron en el comunicado.
En el caso Ayotzinapa, les ha llegado a preocupar pues empieza con una tendencia hacia la polarización social «que consideramos de mucho riesgo para todos, desgraciadamente este conflicto se ha politizado, teniendo una repercusión social que necesita ser atendida de manera generalizada.
«Autoridades y ciudadanos con una actitud de diálogo para encontrar las alternativas de solución que mas convengan a todos, (pues) no nos podemos permitir dejar crecer esta fuente de violencia».
Por lo que la solución a este conflicto, dijeron allí, tiene que plantearse desde el objetivo original de la política social que es el bien común, «mantenemos nuestra petición de aclarar los hechos, así, conociendo el resultado de las investigaciones, se hará justicia. Aunque de cierta forma, también piden utopías.
Y auguran que de lograrse eso, se podrá reencontrar la tranquilidad social y política como condición para el desarrollo y la paz de nuestro pueblo. Allí las palabras y los enunciados, allí el sentido tácito de decir y exponer, la acción es la que sigue haciendo falta, aunque también en una entrevista anterior, Christophe Pierre, aseguró que a la Iglesia no le gusta opinar sino accionar. Esperemos entonces.

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