martes, 4 de noviembre de 2014

COLUMNA

Lectura Política

Noé Mondragón Norato

 Las ironías siniestras de la política guerrerense
La mazorca se desgranó y bien, en el inicio del año electoral. Pero los mensajes ocultos que aparecen detrás de los eventos funestos ocurridos en el municipio de Iguala el pasado 26 y 27 de septiembre, parecen ubicar contextos específicos en el ámbito electoral y político. Señales que no pueden dejar de leerse en una coyuntura salpicada por las pugnas intestinas por el poder entre partidos políticos. Nada más es cuestión de repasar cómo la sangre derramada en Iguala, está sirviendo no solo para dislocar y evidenciar a las instituciones, sino para llevar la rueda del poder hacia fines de poder en concreto.

LAS IRONÍAS POLÍTICAS DE IGUALA.- Si se mira bien, el mensaje parece muy claro: no solo en los gobiernos priístas, sino en los perredistas ocurren tragedias colectivas con altos decibeles mediáticos. Los cuales desde luego, impactan con dureza en todos sus miembros. Y en la conducta del electorado. Hay que ver por qué: 1.- Cuando ocurrió la tragedia de Aguas Blancas el 28 de junio de 1995, el gobernante guerrerense era el priísta Rubén Figueroa Alcocer, un personaje que no aguantó la presión nacional e internacional y tuvo que renunciar a su enmienda en marzo de 1996. Aun así pudo empujar a su interino: Ángel Aguirre Rivero. Y no solo eso: Figueroa ganó otra vez el gobierno estatal tres años después enviando como su carta fuerte al actual senador, René Juárez Cisneros. Y en el primer gobierno de la alternancia perredista, logró tender acuerdos de valores entendidos con el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo. Este último personaje pudo, aun con la turbulencia política provocada por el asesinato del perredista Armando Chavarría, terminar sin demasiados sobresaltos todo su sexenio. 2.- La tragedia de Iguala ocurre en contextos políticos que perturban. Y son cuando menos cuatro: A) El grupo político del ex gobernador Ángel Aguirre, se preparaba para prolongar el gobierno estatal perredista, a través de su tribu Izquierda Progresista de Guerrero (IPG). Había una abundante caballada de la izquierda robusta, que se mostraba confiada en retener el gobierno estatal en la elección del 7 de junio de 2015. Pero al destaparse la cloaca, la mayoría quedaron descabezados. B) La alcaldía de Acapulco también estaba en la ruta de ser acaparada por la IPG. Por eso, se necesitaba de un evento de alta resonancia mediática no solo para frenar al aguirrismo en su intento de retener el gobierno estatal, sino también para colapsar sus escenarios electorales optimistas en el municipio más importante de la entidad. Y que llevaría como candidato hipotéticamente, justamente al vástago del ex gobernador: el diputado local, Ángel Aguirre Herrera. C) En el municipio de Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa -la esposa del ex alcalde prófugo, José Luis Abarca Velázquez-, se preparaba para tomar la alcaldía de Iguala casi por asalto, apuntalada por su cónyuge, las tribus más fuertes del PRD y el grupo delictivo Guerreros Unidos. Eso se había convertido en una amenaza para el PRI que acumularía así, dos periodos de gobierno municipal en ayuno de poder. Su informe de labores como presidenta del DIF municipal de ese viernes 26 de septiembre, se convertiría en su plataforma de despegue. Y ya no había forma de frenarla. D) Desde cualquier percepción política local, esa plaza de la zona norte había estado tradicionalmente, en poder del grupo político del ex gobernador Rubén Figueroa. Cuando llegó José Luis Abarca como alcalde del PRD y se comenzaron a percibir hechos de sangre que se quedaron impunes y fueron ligados de algún modo, a la operación de la delincuencia organizada; para ese grupo político resultó en la prospectiva política y del poder, muy complicado retenerla para la elección de 2015. Pero al salir estrepitosamente Abarca Velázquez, acusado por delitos graves y llevándose entre los pies a varios políticos perredistas –incluyendo al ex mandatario estatal y varios de los aspirantes a gobernador-, es previsible que el figueroísmo regrese por sus fueros políticos al municipio de Iguala. Y se meta con fuerza a la pelea por el gobierno estatal. Se convirtió así, en beneficiario político de rebote de esos trágicos acontecimientos. La desgracia colectiva se encargó de expulsarlo del poder estatal. Y es la misma tragedia masiva la que lo podría estar reivindicando. Son esas las ironías siniestras de la política guerrerense.
HOJEADAS DE PÁGINAS... A muchos guerrerenses les pareció una descortesía y una tomada de pelo, lo decisión tomada por el gobernador interino Rogelio Ortega, en la designación del sinaloense Salvador Martínez Della Rocca, como secretario de Educación. Porque carece del conocimiento de la problemática educativa en Guerrero y desconoce además, la cultura y la idiosincrasia de los habitantes de estos lares surianos. ¿No encontró el mandatario estatal interino, un guerrerense que llenara los requisitos para ser designado en esa dependencia, y por eso apeló a importar personajes de otras entidades?
dragonato@hotmail.com

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