viernes, 24 de abril de 2015

COLUMNA

El ladrillo volador 


Apolinar Castrejón Marino


Aquél tipo llamado Enrique, llevaba siempre un ladrillo en la mano. Era poco amigable, y había decidido que a cada persona que lo molestara, le pegaría un ladrillazo.  
Por la mañana se cruzó con un vecino fastidioso, de esos que parecen estar adivinando hacia donde caminaremos, para cruzarse con nosotros. Fiel a su propósito, agarró el ladrillo y se lo tiró.
 Por suerte, no le pegó. Y fue a recoger su ladrillo, lo cual le pareció incómodo, debido a que era muy flojo. Entonces decidió regresar a su casa, para atar un cordel de 2 metros al ladrillo, y nuevamente salió a la calle. 

 Pero comprobó que el nuevo método también tenía sus problemas. La persona que sería castigada, debía estar a menos de dos metros. Y después de arrojar el ladrillo, de todas maneras tenía que tomarse el trabajo de recoger la cuerda que muchas veces se anudaba.
 Nuestro personaje, no se dio por vencido, y luego inventó el “Sistema Ladrillo III”. En lugar de un cordel, le ató un resorte, pensando, que el ladrillo podría ser lanzado una y otra vez, y solito regresaría.
 Salió a la calle y se encontró con un vecino que lo miró de manera impertinente, y en el acto, le arrojó el ladrillo. El otro individuo se agachó, y no le pegó, pero por acción del resorte, el ladrillo regresó y fue a darle justo en su cabeza. Nunca llegó a pegarle un ladrillazo a nadie, pero él tenía una buena colección de chipotes en la cabeza.
 Este otro cuentecito de Jorge Bucay, es a propósito de que en México, el “primer mandatario” es también el primer mentiroso del país. La gente se pregunta si no se cansa de que todos los días se presenta en público pronunciando una sarta de mentiras y embustes acerca de la situación del país.
 Nos enteramos por medio de la televisión, de Internet, y de los periódicos, que su esposa con su manada de hijas se fueron de compras a los Estados Unidos. Eso debió causarle tanta satisfacción y orgullo, que ese día declaró que los mexicanos viven y visten mejor que hace 20 años.
 Se sabe que la semana pasada se comunicó a Suiza, y le dijeron que sus capitales le están produciendo buenos intereses; y luego se pasó 3 días declarando que la economía de México está boyante.
 Cualquier día que se despacha un desayuno opíparo, sale a declarar que en México ya no hay hambre. Pero el colmo de sus declaraciones y discursos, es cuando le gana la fatuidad, y se da el gusto de hacer pronunciamientos exagerados, queriendo dar la impresión de que son valientes y espontáneos.
Y resultan tan peligrosos, en vista que carecen de los acuerdos necesarios y el correspondiente sustento documental. Por ejemplo, dijo a voz en cuello, que se suspendía el proyecto del tren súper ligero de México a Querétaro, porque los empresarios chinos no habían cumplido todos los requerimientos ¿Se acuerda usted?
Buenos, quisimos saber en qué términos está redactado el documento por medio del que se cancela el proyecto y ¿Qué creé? Que no hay tal documento. Así que esa ocurrencia, permitirá que los empresarios chinos vuelvan al poco tiempo a demandar al gobierno mexicano por incumplimiento. Y eso nos va a costar muuuchos millones a todos los contribuyentes.
Pero bueno, ya estamos acostumbrados a las falsedades del también “comandante supremo” de todas las fuerzas armadas. Pues aunque firmó cientos de compromisos “ante notario” ninguno ha cumplido. A la Ciudad de Chilpancingo, se comprometió a resolverle el problema del agua entubada, y es la hora de que no manda ni una pipa.

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