martes, 26 de mayo de 2015

COLUMNA

 Cosmos

Héctor Contreras Organista


Chilpancingo, la capital más fea del país (3)
 A pesar de que es considerada por algunos o tal vez por muchos como la capital de estado más fea, para nosotros es muy bonita, es la ciudad en que nacimos y la queremos mucho y nos sentimos mucho muy orgullosos de ser chilpanchigones, y por eso queremos lo mejor para ella.

A nuestra ciudad le han pasado calamidades como la del 30 de diciembre de 1960 cuando los soldados y los policías dispararon contra el pueblo que defendía a sus muchachos estudiantes. 
Frente al edificio de la Universidad Autónoma de Guerrero mataron una veintena de chilpancingueños. Entonces, el pueblo se unió. Lo unió el dolor, la agresión y desaparecieron los poderes, porque Guerrero no estaba de acuerdo con las torpezas de su gobernador y lo tumbaron.
Años antes, el sacerdote don Agustín M. Díaz había escrito una de las páginas más bellas de lo que es la sana convivencia de los chilpancingueños: 
Unió a los habitantes de los cuatro barrios que por celos “endejos”, el joven de un barrio no podía ser novio de una muchacha que viviera en otro y se peleaban, se apedreaban, abundaban los tecorrales y hubo harto descalabrado.
El Padre Agustín, les dijo: “¡Alto el mósica!”, y convenció a los rijosos para que cuando era el festejo, por ejemplo el de san Antonio, que ya viene para el 13 de junio, los demás barrios subían –y siguen yendo- con música, arcos hechos con cucharas de sotol, flores, cohetes y mucha alegría a dejarles “la cuelga” (un regalo) a la iglesia de ese barrio. 
Y así sucede con los demás barrios, el 3 de mayo, el 21 de septiembre, el 4 de octubre y el 15 de agosto que es el santo de la patrona de Chilpancingo, La Asunción de María, aunque hay que ser sinceros, cada vez hay menos católicos y abundan otras congregaciones religiosas.
El primer gobernador que apoyó a los protestantes fue Francisco Otálora Arce, que varias veces fue gobernador de Guerrero, aunque era de Jalisco y él les donó el terreno donde está el templo de la Santísima Trinidad (5 de mayo e Hidalgo, ahí murió don Margarito Damián Vargas) y también el terreno donde está ahora el cuartel y una iglesia pequeña atrás del mercado de san Francisco.
Debido a que descendemos de una raza de caníbales, que ubicaron su territorio en el Cerrito Rico, donde está la presa de Chilpancinyo desde 1942, construida por el general Rafael Catalán Calvo, no somos nada tranquilos ni pacíficos , pues Los Yopes fue la única tribu que los aztecas jamás pudieron someter, inclusive Los Yopes se establecieron por estos rumbos (montaña y Costa Chica: “No sé por qué te llaman Costa Chica, si es tan grande el amor con que te quiero”:Rubén Mora) e hicieron su centro ceremonial en Tehuacalco.
Entonces, Chilpancingo es  un pueblo que necesita mucho, pero mucho para transformarse urbanísticamente, pero no se ha logrado porque, ¡salvo raras excepciones!, hemos tenido presidentes municipales ignorantes, torpes, incultos, bestias, ambiciosos a más no poder, de esos políticos que nunca se llenan, roban aquí, roban allá y siempre andan tras el hueso pero jamás proyectan ni hacen nada por el pueblo.
Por ejemplo, desde 1950 en que se colocó el drenaje y se metió el agua potable traída de Omiltemi a Chilpancingo, el sistema de distribución sigue siendo el mismo. El maravilloso caudal de Omiltemi se secó porque no se le dio mantenimiento de parte de las autoridades, no se vigiló, se siguió talando el poco monte que dejaron las madererías saqueadoras y ladronas, en complicidad con los políticos, y ahí tenemos hoy las consecuencias: ¡No hay agua en Chilpancingo!
Si no hubiera sido por el gobernador Raymundo Abarca Alarcón que se aventó un broncón de miedo para ampliar lo que son hoy las avenidas Álvarez, Ignacio Ramírez y Juan Ruiz de Alarcón la ciudad no contara con esas rutas.  Serían callejones como lo son las demás calles de la ciudad. No se previó que Chilpancingo crecería y que necesitaba rutas hacia el sur y hoy tenemos los embotellamientos que se dan en ese sector, sin que (a excepción de una calle que abrió en la parte sur Alejandro Arcos Catalán) nadie busque el remedio y proponga proyectos o soluciones.
Nuestros mercados son el reflejo de que no hay orden en sus administraciones. Hoy, ninguna autoridad, por muy poderosa que sea o se sienta, va a poder resolver los problemas que los intereses de los mismos comerciantes han creado en esos centros de abasto. Líderes y “líderes” son quienes mandan, ordenan, disponen, autorizan o niegan quién sí y quién no puede vender, haciendo mal uso de estacionamientos, calles periféricas y de una anarquía que va en perjuicio de los propios comerciantes. No hay solución.
El tirado de basura es otro problema monumental de Chilpancingo que debe y tiene que resolverse a la mayor brevedad lo mismo que los servicios funerarios. ¡Ya no hay espacio para sepultar los cadáveres!, y la gente ha optado por la incineración, pero no todos pueden pagar cantidades estratosférica para obtener esos servicios, ¿entonces? ¿Qué hacer? ¿Cuáles son las soluciones que la autoridad puede proporcionar a la ciudadanía?
No hay lugares de solaz y esparcimiento para las familias chilpancingueñas. El centro de la ciudad sirve para todo, menos para que los niños jueguen y corran por esos espacios ahora áridos, faltos de árboles y de vegetación, parques que no cuentan con bancas que sean cobijadas con la sombra de árboles y que las familias disfruten de ese lugar. La gente mayor es la que acude a ese sitio para recrearse, pero no hay ni dónde sentarse.  La “remodelación” dejó una plaza pelona, fea, fiera.
Las personas que desde hace meses se posesionaron de ese lugar tienen que dejar su crueldad a un lado para que los habitantes de Chilpancingo podamos hacer uso de él. No compitan en torpeza y agresión contra el pueblo con los tiranos que nos mal gobierna. Nosotros, desde siempre y con profundo respeto hemos admirado en los maestros su intelecto, sus formas de vida que siempre son o deben ser o tienen que ser ejemplo, sobre todo, para las nuevas generaciones y para quienes no tuvimos la oportunidad de estudiar, de ser profesionistas como ellos. 

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