lunes, 25 de mayo de 2015

PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA

Infranqueable y hostil
Aeropista por federales

Wendy Alanís.—La aeropista de Chilpancingo, convertida en amplio hotel con la instalación de toldos para alojar a cientos de elementos de la Policía Federal y Gendarmería Nacional y  también en un gran estacionamiento en donde se observan decenas de vehiculos rotulados y hasta autobuses de empresas particulares, pero es infranqueable por civiles, y se respira un ambiente hostil, en todo momento impiden que se acerque personas ajenas para conocer como viven.

Desde hace ocho meses practicamente está invadida la aeropista en ambos lados, reduciéndose el margen de maniobra para el aterrizaje de aeronaves medianas como avionetas y helicópteros, por lo que se convierte en un latente peligro por los fuertes  aires al momento de hacer los aterrizajes.
La aeropista está converitida en un amplio hotel con “carpas” del lado izquierdo en donde hay más, que del lado derecho de sur a norte, y también como un gran estacionamiento en donde hay grandes carros conocidos como “Termoquinos”, hay patrullas de la Policía Federal, autobuses de empresas particulares en los que movilizan a los elementos para contener las diversas manifestaciones de grupos inconformes, principalmente de quienes exigen la presentación de los 43 estudiantesde la escuela normal rural “Raúl Isidro Burgos”.
La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, intentó entrevistar a los encargado y los elementos de las fuerzas federales destacamentadas en esa parte de la ciudad, con la mejor intención de conocer como viven, pues lo hacen practicamente en la intemperie, luego de que hace unas semanas  atrás denunciaran maltratos  de su jefe José Luis Solís López (a) “El Comandante Espartaco”.
Los más de mil Policías  Federales habían denunciado que se encuentran en condiciones deplorables en dicho lugar, sin agua, alimentos, luz ni cobijas y acusaron a su jefe José Luis Solís López, alias “El Comandante Espartaco”, quien los a amenazado por pedir mejores condiciones.
En mes de octubre del 2014, arribaron a Chilpancingo,  grupos de federales para controlar las entonces intensas movilizaciones que realizaban los miembros del Movimiento Popular Guerrerense, en donde están incluidos los alumnos de la escuela normal rural “Raúl Isidro Burgos”, los padres de familia de los 43 normalistas desaparecidos desde la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre del 2014 y hasta la fecha no aparecen.
Los inconformes policiacos habían denunciado que tras su llegada a la capital y luego de que fueran instalados en carpas en la aeropista al norte de Chilpancingo, han tenido que vivir en condiciones deplorables, además de no tener días de descanso, pues se encuentran en guardia todo el tiempo.
Para conocer de viva voz tanto de los jefes policiacos y de los elementos federales, nos abocamos  a realizar una visita al lugar, sin embargo nos encontramos de que esa parte de Chilpancingo, está convertido en un campo “minado” para los civiles, en la que nadie tiene acceso y cuando representantes de medios de comunicación pretenden indagar o entrevistar a los responsables simplemente ponen muchos obstáculos.
El pasado jueves esta reportera, acompañado del joven fotografo  Eder Jahir Palma Díaz intentamos realizar un trabajo periodistico, pese a que es una eropista pública, ahora está infranqueable, lo primero que se percibe es la hostilidad con que actuan y se conducen los que se supone deberían dar confianza  quienes se encargan de la seguridad a la ciudadanía, pero en realidad  teniéndolos cerca  se percibe su brutalidad policiaca ante indefensos.
Por casi cuatro horas se intentó buscar entrevistas con mandos policiacos y con los mismos elementos, pero nos mandaban de un lugar a otro, pero eso si rigurosamente no solo nos tomaron nuestros datos personales y a que medio representabamos, sino hasta gráficas de nuestra presencia, con una actitud retadora y hasta amenazante con disparar sus armas en algún movimiento “sospechoso”.
Se pudo observa que dentro del área de la aeropista hay muchos toldos convertidas en “carpas”, en donde al parecer viven de manera infrahumana, además preparan y consumen los alimentos en condiciones incomodas e insalubres, porque en esa parte de la ciudad se perciben fuertes corrientes de aire en diversas horas del día y hasta registran polvaredas.
No alquilan hoteles, ni restaurantes, porque sus negros antecedentes los delantan, pues sus jefes policiacos no pagan hoteles y alimentos, como sucedió en los meses de abril y mayo del 2013, cuando por primera vez se conoció de la existencia del  comandante “Espartaco” quien el 5 de abril desalojara  violentamente de la Autopista del Sol, al sur de esta capital a los maestros de la Coordinadoara esatatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG).
En aquel entonces la tarde del 5 de abril del 2013, desde las 13 horas y hasta las 19 horas, la confrontación y desalojo a la latura del Parador del Marquez, finalmente el resultado fue  de 15 federales, 3 maestros y 2 reporteros heridos, tras operativo en Autopista del Sol, pues los profesores cetegistas estaban protestand en contra de las educativas que impulsó finalmente el gobierno de la república aprobado por los Congreso de la Unión—diputados fdederales y senadores—y los locales, en la mayoría del país.
Hace dos años los empresarios hoteleros y restauranteros de Chilpancingo, denunciaron que los policías federales no habían pagado el servicio y no conforme con ello, hasta  destruyeron y robaron a sus instalaciones, por lo que desde ese momento anunciaron que ya no darían el servicio a ninguna corporación policiaca, al menos que pagaran por adelantado y hasta un deposito de garantía.
Ahora está sucediendo lo mismo en Acapulco, en al menos tres hoteles Casa Inn,  Crow Plaza y Caleta, en donde se acumuló una deuda superior a los 20 millones de pesos, en los últimos ocho meses que llevan destacamentados, por ello desde el miércoles de la semana pasada procedieron a desalojar a los Policías Federales y elementos de la Gendarmería Nacional, supuestamente por que el gobierno del estado, en esta ocasión había asumido el pago mediante convenio con el anterior gobernador perredista, Angel Heladio Aguirre Rivero, y desconocido por el actual sustituto, Salvador Rogelio Ortega Martínez.
El pasado jueves a las 13:30 horas, comenzó nuestro peregrinar, llegamos en la entrada de la aeropista que tiene la ciudad de Chilpancingo, lugar donde se encuentra la base de la Policía Federal  y la Gendarmería Nacional.
Tocamos primeramente en una puerta metálica de color azul que se encuentra en la avenida Llano Grande con número desconocido, una persona vestida con uniforme militar desde adentro fingió atendernos y sólo nos respondió con un ademán de saludo, con quien nos identificamos tras acercarse y por supuesto el motivo de nuestra visita, momentáneamente como  si nada le hubiéramos dicho dio la media vuelta y se retiro ignorando que estábamos ahí.
Caminamos un aproximado de cincuenta pasos y tomamos una fotografía de la barda, donde se observaban unas mantas tendidas pero ya rotas, cuando de pronto me percaté que la misma persdona vestida con uniforme tipo militar y que nos había saludado antes, nos estaba fotografiando con su celular pero de una manera muy extraña e intimidante, a lo cual me le acerco y le vuelvo a repetir el motivo de mi visita.
En ese momento se le solicitó que no nos tomara fotografías, porque no eramos delincuentes y se le preguntó el porque hizo caso omiso de nuestro llegada hace unos momentos, si nos presentamos de manera pacífica, se le indicó nuevamente el motivo de nuestra visita.
Para ello se le mostraron las credenciales que nos acreditan como reporteros de La Crónica, Vespertino de Chilpancingo y con leve enrojecimiento en sus mejillas, motivo de sentir pena por la actitud antes mostrada que además de venir en son de paz, estabamos desarmadas,  entonces nos indica que nos acercaramos a la pluma que está más delante de donde habíamos tocado.
Nos acercamos prontamente a dicho retén para ser atendidos pues deseábamos fehacientemente hacer nuestro reportaje, ya que el antecedente, era que semanas atrás en este mismo vespertino se habían denunciado quejas del maltrato a los elementos policiacos federales acantonados.
Al momento de llegar se nos acercó la misma persona, ya con una sonrisa en los labios y ofreciendo una disculpa, por tercera ocasión se le dijo el motivo de nuestra llegada y le extendimos algunos ejemplares de “La Crónica Vespertino de Chilpancingo” para él y sus compañeros.
Se comunicó con sus demás compañeros quienes con cara de pocos amigos y actitud de prepotencia, nos observaban desde su torreta de vigilancia pero algunos intentando ser amables se acercaron a nosotros sin soltar el rictus de malestar y asombro que les producía nuestra presencia, ellos a diferencia del primero; estaban vestidos con el uniforme de la policía federal y nosotros por cuarta vez mencionamos el motivo de nuestra presencia.
Segundos después; hablaron por radio con sus superiores y nos comunicaron que debíamos dirigirnos hacia una de las entradas que se encuentran cerca del INFOCAP, en la carretera México-Acapulco.
Lo hicimos a pesar de que esa entrada quedaba muy lejos de donde nos encontrábamos y teníamos que irnos caminando, teníamos sed y el sol nos pegaba de frente, hicimos nuestro recorrido hacia la puerta indicada, al llegar nos encontramos con un joven militar a quien por enésima ocasión le inquirimos el motivo de nuestra presencia.
De pronto cuando aún no terminábamos de hablar se acercó otro militar de aspecto hosco y con la ya conocida actitud de soberbia y prepotencia e interrumpiéndonos de manera abrupta y grosera nos dijo que nos iban a atender en el INFOCAP pues ya nos estaban esperando, dimos las gracias y nos despedimos sintiendo la mirada torva de nuestro interlocutor sobre la espalda.
Entre tanto ya se habían dado las tres de la tarde y el hambre optaba por hacerse sentir en nuestro vacío estómago pero así llegamos por segunda ocasión hasta las puertas del INFOCAP donde nos recibió un insípido policía y muy seriamente nos preguntó nuestro asunto, ya cansados y hambrientos pues casi eran las cuatro de la tarde.
Lo repetimos nuevamente y él se comunicó con su compañero más próximo, nos saludó y le comentamos el porque de nuestra visita pero rápidamente nos indicó que eso era en el inicio de la pista porque ahí era dónde se encontraba el campamento de federales y gendarmes y que a él nadie le había indicado de nuestra vista como no lo había comentado.
Extenuados, con sed y hambre; les pedimos que no jugaran con nosotros porque sólo estábamos haciendo nuestro trabajo reporteril que si en verdad podían atendernos nos lo dijeran de una vez y si no también nos lo avisarán pero que no se burlaran de nosotros porque éramos seres humanos. 
Con todo y nuestro cansancio nos encaminamos hacia la pista, lugar donde se encuentra el campamento de la policía federal y gendarmería nacional, eran varios kilómetros, en nuestro recorrido pedimos un vaso de agua regalada en un pequeño comedor que esta en el camino.
Para esa hora de la tarde el hambre arreciaba pero no nos atrevíamos a pedir un poco de comida, pero esa no era la intención como si fuera un día de paseo, sino era conocer en que condiciones viven los elementos federales, por lo que caminamos para llegar pronto a nuestro destino con un ligero dolor en la planta de los pies.
Cuando por fin arribamos al retén de la entrada de la aeropista, ya nos esperaba un nutrido grupo de federales, fuertemente armados y que parecían estar enojados por nuestra “instrusa” presencia, nuevamente nos presentamos extendiendo la respectiva credenciales con fotografía que nos acreditaban como reporteros y algunos ejemplares para ser distribuidos entre ellos, sólo un azul comentó de manera burlona y al leer la nota policiaca que no eran doce los muertos, que estábamos mintiendo pues los habían llevado a sus instalaciones y no eran doce.
Les pedimos un poco de agua y nos dieron una botella de agua fría, mientras se llevaban nuestras credenciales y anotaban en una libreta todo lo que  ahí decía.
De pronto se acerca un corpulento y alto uniformado para informarnos secamente que ya se había comunicado con sus superiores que en ese momento se encontraban ahí pero que la respuesta era “no se puede dar una entrevista” que debíamos dirigirnos con comunicación social.
Le preguntamos donde quedaba y contestó simplemente que no sabía, su mirada retadora y fría, como de alguien que está en espera de atacar porque se siente invadido o padece paranoia nos indicaba que era mejor irnos que seguir insistiendo en hacer un reportaje.
Nos despedimos no sin antes dar las gracias mientras él nos seguía con la mirada y en actitud de querer tomar las armas para apuntarnos con una de ellas y aplicarnos la ley fuga. 

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