COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

Ernesto Rosas Muñoz
Fotógrafo
Don Ernesto Rosas Muñoz nació el 7 de noviembre de 1932 en la colonia Guerrero, de la ciudad de México, “en Degollado y Soto, en el mero corazón de la colonia”, dice con orgullo.
Sus padres fueron don José Rosas Covián, originario de Jalisco, y doña Ursula Muñoz López, de León, Guanajuato.


Se conocieron en el DF, se unieron en matrimonio y formaron una familia numerosa, “muy numerosa”, recalca con una sonrisa el señor Rosas, quien de corrido aporta los nombres de sus hermanos: Felipe, Isabel, Elena, Jesús, Margarita, Juan, Roberto, Aurora, Sergio, Alejandra y Guillermina.
El papá de los Rosas, don Pepe, trabajaba en los tranvías del DF, estalló la huelga y por consejos y recomendaciones de algunos amigos, mientras transcurría la huelga, se vino a Iguala a vender ropa, con tan buena suerte que la acabó en un par de días. 
Después alguien el dijo que en Chilpancingo había buen mercado y es como llegó a la capital guerrerense donde finalmente establecería una tienda de ropa y su hogar, al grado que don Pepe Rosas se convirtió en un comerciante muy apreciado por la sociedad chilpancingueña.
¿Cómo se inició en la fotografía don Ernesto Rosas Muñoz?
Lo explica de la siguiente manera:
A un costado de Bellas Artes, estaba un señor tomando fotos. 
“Por la mínima cantidad de 5 pesos a quien quisiera aprender la fotografía le vendía revelador y fijador y otros objetos”.
Cuando se trasladó a Chilpancingo, empezó a hacer fotos en la trastienda de su papá. El papel de contacto para hacer fotos lo vendía don Sigifredo López. 
La primera cámara que tuvo fue una “Brobin 127”, y a partir de entonces decidió convertirse en profesional de la fotografía.
Su actividad ha estado muy ligada al quehacer periodístico y ha trabajado para diarios como El Sol de Acapulco, Novedades y de hecho ha colaborado con todos los periódicos estatales. Ha hecho reportajes, uno de ellos del “Pozo Meléndez”.
Fue don Ernesto quien comenzó hace muchos años a tomar fotos los días 12 de diciembre en el atrio de la iglesia de La Asunción a los niños que visten de “inditos” y que llevan flores al altar de la virgen de Guadalupe.
El trabajo lo continuaron sus hijos y después infinidad de fotógrafos que instalan templetes donde colocan escenarios para hacer más atractivo su trabajo.
Hace años hicimos un reportaje de esa actividad, iniciada por don Ernesto y seguida por sus hijos, Pepe y Rafael, particularmente y con alcances económicos nada despreciables. El titular de ese trabajo periodístico fue: “El Milagro de los Rosas”.

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