viernes, 9 de octubre de 2015

NOTA

Tradición y la magia
musical de la Costa


¡Ayyyyy!
No te quiteees los calzoneees
porque la jaiba te va a mordeeer,
te va a mordeeer,
te va a mordeerrrrr …
la jaiba te va a mordeeerrr!

Raúl Román Román (El Indio de Iguala).--¡Es un honor reseñar el caudal artístico-musical y poético que ha distinguido a la hermosa Costa Grande! Pues contiene una majestuosa y enriquecida tradición cultural que sus hombres, mujeres y agrupaciones artísticas han magnificado desde finales del siglo XIX y hasta la última centuria de nuestra era, a través de sus composiciones, arreglos e interpretaciones musicales y poéticas que han colmado de orgullo a todos los costeños guerrerenses.
Con el corazón en la mano, se irán citando algunos lugares, fechas, conformaciones grupales y anécdotas de sus protagonistas y promotores artísticos, pues su riqueza cultural ha trascendido las fronteras estatales y se han proyectados a planos interpretativos crecientemente siderales. Y así tenemos queeee…


Una vez que la salud de don Margarito se encontraba quebrantada y por disposición médica tiene que buscar un clima más benigno para su tranquilidad, recibe la bondad y el hospedaje de don Rafael Flores en tierras atoyaquenses y que aquél, en agradecida correspondencia, inicia en las artes musicales a sus hijos Rafael y Arturo que a su vez agradecen la distinción.
Es menester aclarar que nuestro maestro protagonista era un filarmónico que había impartido su cátedra en el Conservatorio Nacional de Música y portando grandes dotes para la composición y la dirección de bandas musicales, por lo que el fondo académico y artístico se hallaba garantizado en bien de los moradores del sur.
Y como la música siempre estará acompañada por los grandes e inolvidables amores, don Margarito pronto despertó el sentimiento amoroso de una bella dama llamada Brígida Muñiz, por lo que tuvo los motivos de inspiración mágica para abrir un abanico de grandes composiciones de románticas piezas musicales, como: “Junto al Río”, “Raquel”, “El Primer Beso”, “Carmela”, “Psiquis Arrollador”, “Ternura”, “Dulce”, entre otras no menos importantes.
Este relato es un pequeño pasaje del enorme caudal artístico que tienen los moradores llaneros del Pacífico sur, adonde se pueden enlistar satisfactoriamente sus músicos como: Alfonso Barrientos, el violinista Francisco Castillo, las dotes en el bandolón de Ángel Reyes, Feliciano Gómez, José Guzmán, Manuel Téllez, Juan Fierro Armenta, Alfonso Lévaro, Miguel Hernández, Faustino Bello Padilla, Eligio Laurel y Gonzalo.
El 5 de mayo de 1890 se forma y se presenta la primera banda del pueblo, sobre el viejo y clásico kiosko pueblerino de madera, teniendo como director musical a don Antonio Tenorio y siendo Presidente Municipal Inés Mariscal, que había donado amablemente los instrumentos musicales.
El 16 de septiembre de 1910, cumpliendo el centenario del inicio de la lucha independentista, una nueva banda audiciona en el centro atoyaquense, cuya organización dura dos años en funciones, pues la “bola” revolucionaria entraba a la Costa Grande.
Entre sus telones, el Profesor Rafael B. Flores organiza algunas tertulias con su grupo de músicos, y durante la revolución, el compositor Arturo Flores Quintana muestra sus habilidades de forma destacada a la vez que sirve militarmente a las filas mariscalistas, como pagador de la tropa.
En los denominados “años locos” llegó la Banda del 39º Batallón de Infantería, coordinada por el Coronel Edmundo Sánchez Cano, en el año de 1928, mientras “La Orquesta Jazz” alegraba a los atoyaquenses en las noches estrelladas con ritmos de jazz, blues y foxtrot. (Desde el hermoso “lugar de mujeres. Raúl Román Román. El Indio de Iguala). (sintesisdeguerrero.com.mx).

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