martes, 6 de octubre de 2015

PRIMERA PLANA

Deshabitada casa de Jhosivani
uno de los 43 desaparecidos

Bernardo Torres. OMEAPA, Mpio. De TIXTLA, GRO.-- En la Orilla comunidad de Omeapa, deshabitada durante más de un año, se erige una construcción de adobe, madera y bajareque, una parte es techo de asbesto, lámina galvanizada y el resto de cartón, el monte ha crecido en el patio; Es la casa de la familia de Jhosivani Guerrero de la Cruz, el segundo de 43 normalistas que ha sido identificado por la Universidad de Innsbruck, en Austria.

La casa, se encuentra deshabitada desde el 27 de septiembre del año pasado, cuando tres estudiantes fueron asesinados en la ciudad de Iguala y 43—entre ellos Jhosivani—fueron desaparecidos, y según la Procuraduría General de la República, asesinados, incinerados y arrojados sus restos al río.
Tras la conferencia de prensa ofrecida por la PGR en la ciudad de México, la tarde del miércoles, acudimos a la comunidad natal del normalista presuntamente identificado y la historia de pobreza y de querer superarse para ayudar a su pueblo se repite, como lo fue el año pasado, cuando fue identificado Alexander Mora Venancio, del Pericón, municipio de Tecoanapa.
Una construcción, que por la falta de mantenimiento empieza a desmoronarse, junto con las esperanzas de hallar al joven vivo, como su padre, Margarito Guerrero ha creído desde que se unió a la lucha por la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Desde la parte trasera se observa un sitio abandonado, en la “tranca”, en un montón de escombros, sobresale una máquina de escribir, que coincide con el relato de la tía, Josefina López Guerrero, que desde pequeño Jhosivani soñaba con ser maestro y ya preparado, regresar a dar clases a Omeapa.
Una cocina a la intemperie que parece improvisada, se alcanzan a ver enseres domésticos de barro y en su mayoría plástico, a un lado un depósito de herramientas de trabajo, todos objetos para trabajar la tierra y algunas monturas para caballos, puesto que la actividad principal en la comunidad es la agricultura y en menor medida la crianza de animales.
La fachada, una parte de adobe y otra de madera, está pintada de azul, el color del futuro, de acuerdo con la psicología del color, del cual puede apreciarse muy poco, pues la lluvia lo ha deslavado, la madera luce envejecida y las cortinas apenas y tiene color.
Ahí, dice su tía que lo seguirán esperando con vida, hasta que se demuestre si en verdad fueron asesinados y calcinados en el basurero del Municipio de Cocula, como lo han informado autoridades federales.
Incluso le envía un mensaje a donde quiera Jhosivani se encuentre: “Nosotros lo queremos, lo esperamos aquí, que le eche ganas, si es como se dice que el gobierno lo tiene, ojalá que se les ablande el corazón a las personas que los tienen y los liberen”, expone con voz entrecortada y al borde de las lágrimas.
Justicia
Doña Josefina, una mujer de avanzada edad, pidió a las autoridades dar con el paradero de los asesinos, castigar a las autoridades que fueron cómplices de dicha desaparición y que lo hagan pronto, porque de lo contrario tomarán la justicia en sus manos.
“Nosotros le pedimos al gobierno que se haga justicia, que se haga justicia bien y si no quiere el gobierno, como dice que fue el estado, lo hubiera dejado en el estado, que los padres vieran como le iban a hacer a Abarca, porque también nosotros podemos, aquí no hay miedo en Guerrero, con el coraje que sentimos, si nosotros tuviéramos aquí al presidente, nosotros lo arrastraríamos por todo el pueblo”, sentenció.
Hizo también un reclamo, que de poco ha servido la difusión en los medios de comunicación, nacionales e internacionales, puesto que la demanda principal de hallarlos con vida, no se ha cumplido.
Su prima Lizbeth, que estudia la Telesecundaria, dio a conocer a este medio, que eran al menos “chamacos” que querían estudiar en la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, pero solo hubo espacio para tres, Jhosivani y sus primos Everardo Rodríguez Bello y Emiliano Alan Gaspar de la Cruz. (API).

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