lunes, 18 de abril de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista


LA PRENSA Y LOS GOBERNADORES
Han sido varios gobernadores con los que como reporteros hemos tenido contacto. Algunos con un trato directo en el ejercicio periodístico y otros, de años idos, los conocimos porque de ellos se escribió o platicó, aunque ya su mandato hacía tiempo había terminado.


Al árbol, según la cita bíblica, se le conoce por sus frutos, unos maduros y otros podridos. Algunas noticias nos llegaron en pláticas de gente mayor, entre amigos y paisanos y en otros casos algo hemos leído de esos personajes.
El gobernador es el eje alrededor del cual gira la vida de una entidad federativa como la nuestra, que es Guerrero. Es el jefe del Poder Ejecutivo, y aunque se habla de democracia, en la realidad, de algún modo, el Legislativo y Judicial giran alrededor de su política o de su mandato.
Su forma de gobernar es lo que los distingue en los anales de la historia. Decía, por ejemplo, don René Juárez Cisneros, que gobernar Guerrero no es gobernar Disneylandia. Lo común es entre los guerrerenses, valorar y apreciar las dotes de quienes saben gobernar o mandar. 
A ese tipo de gobernantes la gente los apoya, los quiere. A los mandatarios que caminan en sentido contrario, los guerrerenses los criticamos, los rechazamos, los repudiamos y se han visto casos tremendos como la caída del gobierno del general Raúl Caballero Aburto, y “otros”.
Entre los periodistas y “la clase” política, y en los comederos políticos no hay secretos. Lo que abundan son las indiscreciones, las zancadillas, las patadas bajo la mesa, las traiciones, el que un político hable mal de otro y algo peor:
Que, aunque el gobernador no sea endeble y esté sobrado de energía y de dotes para realizar un buen gobierno, quienes le echan a perder el caldo es su propia camarilla, sus “cuates”. Según él, sus íntimos, sus allegados, sus personeros; todos ellos finalmente lo que lo obligan a hincarse.
No son pocos los gobernadores que como frágiles carrizos flotan en aguas de un río, sin rumbo, porque se dejan mangonear, mal asesorar y peor aconsejar por sus personeros que lo que buscan es el lucro, beneficiarse de ser “amigos” del gobernador, al que irremediablemente hunden.
Cierta ocasión me platicó Hugo Cesáreo Astudillo Bello que algunos de sus colaboradores estaban con equis gobernador desayunando, y entonces le dijo a su jefe de prensa: “Al periodista fulano quítele el apoyo, me está atacando mucho”.
“Señor –respondió el lamesuelas-, es que a ese señor, no se le apoya; no se le da nada. ¡Ah!, exclamó el gobernador: Entonces, dele”.  En otra ocasión un periodista local preguntó al gobernador: “¿Puedo publicar lo que dijo? ¡Sí, respondió el mandatario. Pero no lo platique”.
Muy socorrida y casi olvidada es la anécdota de cuando aquel escritor, político y periodista estaba junto al gobernador y éste ya había repartido diez de las once diputaciones que entonces había en Guerrero: “¿Y tú Juanito, dónde naciste? ¡Donde usted quiera, señor gobernador!”.
Ha habido gobernadores que han dejado legados. Don Baltazar R. Leyva Mancilla, fundó el primer periódico diario que hubo en Guerrero, a partir de 1946, aunque desde que él salió del gobierno, no circuló por espacio de 20 años, y hoy quienes lo imprimen suman todos los años… ¡Chisme!
Otro gobernante de indiscutible visión a favor de la prensa, tal vez porque su papá fue el periodista “J. Lam”, corresponsal de El Universal, fue don Alejandro Cervantes Delgado. Organizó el Premio Estatal de Periodismo y creó el Primer Taller Internacional de periodistas en Chilpancingo, apoyando a la Delegación 17 del SNRP.
Y gracias a ello, aunque nadie se lo reconoce, nació la primera escuela de periodismo en Guerrero en motivación hecha por el Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, Delegación 17 de Chilpancingo al rector de entonces, don Ramón Reyes Carreto y de ahí nació la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Cuando era gobernador Caritino Maldonado Pérez, la prensa de Guerrero estaba integrada por pocos miembros. Sin embargo se interesó por la actividad en prensa y en radio. Fuimos testigos  de ello, creó la Cadena Periodística de García Cantú, iniciando en Zihuatanejo. 
Viene todo esto a cuento por un motivo especial. Hay inquietud entre los periodistas guerrerenses debido a que se ha deslizado la especia en el sentido de que la actual administración de gobierno llegó con la espada desenvainada, particularmente en la secretaría de Desarrollo Social.
Se dice que, por medio de un llamado Fondillo de apoyo a los periodistas se manejan millones de pesos para que, si un periodista fallece, lafamilia no se quede desprotegida, ya que la viuda, los hijos, reciben de ese apoyo económico. Les entregan algunos billetes para que se ayuden.
Sólo que, parece, que el enjuague que se fabricó de parte del actual gobierno es que los que pertenecen a ese Fondillo deben aportar sus datos ¡nuevamente! “para actualizar el padrón”, y se dice que ahí está el trinquete, ya que manotas, pretende quedarse con la lana de las familias.
De un modo u otro, cuando se trata de dinero hay bronca, y más cuando es dinero que el gobierno ofrece a los periodistas como apoyo. Esto, al parecer comenzó en la época de otro buen gobernador, José Francisco Ruiz Massieu. Lo que no previó son las jubilaciones de los periodistas.
Si en lugar de andar metiendo mano negra en la opacidad, tratando de encajar manotas y enturbiar el agua con la finalidad de “controlar” a la prensa en Guerrero,  domesticándola, nos parece que está en chino que lo logren. Lo que no hay duda son las negrísimas intenciones
¿Y si eso pasara, cómo quedaría en la historia el nombre de Héctor Antonio Astudillo Flores y de su gobierno? 
De por sí, al exigir un “pacto de silencio” a la prensa, por la sangre que corre en ríos en Acapulco, y que los periodistas no digan nada, ya se manchó. Ahora, si la secretaría de Desarrollo Social despoja a los familiares de los  periodistas de ese beneficio, ¿qué pasará?

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