viernes, 9 de diciembre de 2016

COLUMNA

 Jugar con Sanson a las patadas

Apolinar Castrejón Marino
Según la Biblia hebrea, Sansón es un personaje de fuerza extraordinaria con la cual mató con sus propias manos a un león, acabó a todo un ejército con solo la mandíbula de un burro, y derribó un templo filisteo al cual tenía los brazos encadenados.
Sus padres fueron Manoa y Hatzlelponi, de la tribu de Dan, quienes estaban sometidos por los filisteos. Tenía un carácter imperativo y violento, y desde niño le gustó vagabundear por las ciudades filisteas.
Los mexicuches que quisieran ser gringos, y los conductores de televisión, que buscan alguna oportunidad de irse a vivir, irse a trabajar, o tener una casita en Estados Unidos, le atribuyen las peores  características, y defectos diabólicos a Donald Trump.
Esos renegados mexicanos, que se avergüenzan de nuestra tierra, y quisieran haber nacido en otro país, que quisieran haber tenido otros padres, y haber crecido en grandes ciudades, se sienten en peligro por el arribo de un Presidente que tiene la visión de depurar a los Estados Unidos de gente indeseable, arribista y parásita.

Y expresan cualquier cantidad de insultos, como si de verdad tuvieran el poderío para un enfrentamiento, como si fueran a aguantar “ponerse con Sansón a las patadas”.
Sansón se enamoró de una mujer, pero sus padres se opusieron a que se casaran, porque según sus costumbres, debería hacerlo con una israelita. Pensando en su situación, caminaba por el bosque, cuando fue atacado por un enorme león. Gracias a su fuerza y valentía lo mató, y tiró su cadáver entre unas piedras.
De regreso al pueblo, fue a la casa de su enamorada, y cuando el papá lo vio ensangrentado, le entró miedo y de inmediato consintió que su hija se casara con él. Tiempo después, Sansón pasó casualmente por donde había tirado el cadáver del león, y notó que solo quedaban los huesos, tomó uno y con sus fuertes manos lo rompió, y grande fue su sorpresa de que por la rotura brotaba miel, pues las abejas habían hecho su panal ahí.
A los 6 meses se realizó la boda, y entre los vapores del licor, se le ocurrió la idea de jugar una broma a los invitados filisteos. Les dijo que les daría treinta piezas del lino más fino, si adivinaban el siguiente acertijo: “Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura”. Pero si no adivinaban, en 7 días, ellos le pagarían el mismo regalo. Desde luego, se refería a la miel que había salido del esqueleto del león, cosa que nadie más que él sabía.
Después de la boda, Sansón y su esposa se fueron a vivir en su casa. En los días siguientes, los filisteos comprometidos con el acertijo, buscaron a la mujer para que les dijera la solución, y ella le preguntó a su esposo cual era el secreto. Sansón se negó al principio, pero en los siguientes días terminó por revelarle la solución.
Al día siguiente se presentaron ante Sansón para darle la respuesta, y cobrar las 30 piezas de lino. De mala gana les dijo que pagaría la apuesta, a pesar de que habían hecho trampa.
Se fue a la ciudad de Ascalón, y ahí mató a treinta hombres ricos, para robarles sus vestidos, y dárselos a los filisteos. Luego se fue a su casa, repudió a su esposa por traidora, y la envió a casa de su padre. Su suegro le rogó que la perdonara, pero Sansón se negó. Entonces le ofreció como mujer a la hermana menor de su “ex”, y como era muy hermosa, aceptó.
Pero todavía estaba enojado, y se fue al campo, donde cazó a trescientas zorras, les ató ramas secas a la cola y les prendió fuego, para quemar las cosechas de sus enemigos. Se escapó a la ciudad de Gaza y sus enemigos enviaron un ejército de 300 soldados contra él.
Como no tenía armas, tomó una quijada de burro que encontró en el suelo, y se enfrentó con ellos, matando a todos. Luego se escapó a vivir al monte Hebrón, y cuando bajaba a la ciudad por comida conoció a Dalila y se la llevó a vivir con él.
Los filisteos estaban al tanto de todo esto y aprovecharon para encargarle a la mujer, que descubriera cual era el secreto de la fuerza de Sansón. Como “…un par de tetas, jalan más que los bueyes de las carretas”, sansón acabó por rebelarle a Dalila que si le cortaban la cabellera, se acabaría su fuerza.
A la noche siguiente, mientras Sansón dormía, Dalila le cortó la cabellera. Así sus enemigos pudieron capturarlo fácilmente, y se lo llevaron cautivo. Le sacaron los ojos, lo ataron a las columnas de su Dios Dagón, y dispusieron toda una fiesta en que la diversión sería humillarlo.
Entonces, Sansón se arrepintió de haberse olvidado de Yahveh su Dios, y le pidió como última gracia, recuperar su fuerza unos instantes para castigar a los filisteos.

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