martes, 12 de junio de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA

DÍA DE LA LIBERTAD DE EXPRESION
-7 de junio-

Un minuto de silencio, por los muchos periodistas caídos en el cumplimiento de su deber.
Entre la historia, el chisme, la leyenda y todo lo que se ha podido inventar en torno al tema, se sabe que en la época del presidente Miguel Alemán Valdez, los editores de periódicos “nacionales” como El Sol de México que era producido por el coronel José García Valseca (quien también editaba el ESTO) y otros ilustres y prestigiados periodistas-editores, invitaron al presidente una comida para “celebrar el día de la Libertad de Expresión en México”.
El 7 de junio fue el encuentro gobierno-prensa y quienes hicieron uso de la palabra y charlaron con el macizo le plantearon el aspecto económico en materia de publicidad: Dinero para los periódicos y periodistas. En aquello lejanos entonces no se llamaba “chayote”, sino embute.
La escena se repitió en los estados con la prensa “de provincia” y los gobernadores pa
ra el mismo propósito. Y fue así como nació en México (república mexicana) que cada 7 de junio se “celebre el Día de la Libertad de Expresión” donde se reparten apapachos, sonrisas, palmaditas en las espalda, miraditas afeminadas y demás quienes gobiernan y quienes son lisonjeros de los hombres (y mujeres) dueños del poder gubernamental.
Chilpancingo, como capital de estado en Guerrero, vio nacer su primer periódico diario el 7 de agosto de 1947, a iniciativa del siempre bien recordado periodista don Humberto Ochoa Campos, bajo el patrocinio del gobierno del estado cuando el general Baltazar R. Leyva Mancilla era el gobernador.
El primer número del Diario de Guerrero circuló esa fecha porque era “el santo” de doña Fermina Ventura de Leyva Mancilla y su nacimiento había que significarlo para la historia con un acontecimiento especial para agradarla y más que nada, para quedar bien con el señor gobernador. El Diario de Guerrero se imprimió en los Talleres Gráficos del Gobierno del estado, donde había una prensa enorme a la que los talleristas le llamaban “La Marinona” y para darle vuelta para imprimir los ejemplares se necesitaba el esfuerzo de varios obreros, entre ellos don Rogelio Muñiz Tapia quien vive, afortunadamente y es papá del “Poché”, excelso futbolista y gran amigo.
El Diario de Guerrero circuló tres años. Acabó el gobierno del general Leyva y se acabó el periódico.
Volvió a circular hasta veinte años después, en 1969 cuando el ex linotipista del gobierno del estado Héctor García Cantú, de origen tamaulipeco y radicado en Acapulco, junto con sus hijitos, le hacía un periódico al “Rey Lopitos”. Por esos años don Mauro Jiménez Mora echó a andar el “Novedades de Acapulco” y García Cantú era uno de los reporteros, junto con Bella Hernández y Delfino Quinto Martínez, entre otros.
Un buen día, en la terminal de la “Flecha Roja” se saludaron don Humberto Ochoa Campos –así lo platicaba Héctor García Cantú- con él quien le pidió “la cabeza” del Diario de Guerrero para volverlo a hacer circular en Chilpancingo. Don Humberto aceptó, le cedió los derechos y de esa forma, en el gobierno de Caritino Maldonado Pérez resurgió modestamente el periódico fundado en 1947.
Con el gobernador Raymundo Abarca Alarcón -1963-1969- los periodistas de la época ya celebraban el 7 de junio, en el restaurante “300” de don Pepe Rubí.
Ahí convivieron con el médico y gobernante periodistas de la talla de Ochoa Campos, Pepe Rubí, Paco Treppiedi, Ángel Chávez Navarrete, Alberto Elías Nava Rosendo, Amadeo García Pastor, el médico Roberto García Infante, y quienes integraban la Sección 17 del Sindicato de Redactores de la Prensa, de Chilpancingo: Hermilo Catsorena y Antonio Gutiérrez Rodríguez y venían de Iguala Raúl Velasco Vázquez y de Acapulco los Valdez Ortega y muchos más.
Con el profesor Caritino Maldonado sucedió lo mismo, igual con Nogueda Otero y Rubén Figueroa.
Llegado al poder Alejandro Cervantes Delgado se creó El Premio Estatal de Periodismo y los banquetes eran a todo lujo en diversos lugares: Chilpancingo, Tixtla, Acapulco. El gobierno obsequiaba diplomas y dinero a “los ganadores” de diversos Géneros Periodísticos.
Con José Francisco Ruiz Massieu, “la chayotiza” mejoró: Rifaba automóviles y sobres con dinero y participaban hasta quienes escribían “cartas al director”.
Fue así como a este tipo de saraos que de por sí ya formaban parte de la corrupción –prensa gobierno-, se le inyectó un buen tonelaje de degenere, porque se “premiaba” a los periodistas aplaudidores del gobierno estatal pero jamás a los periodistas que denunciaban corruptelas y publicaban la verdad de lo que acontecía en las distintas regiones del estado.
El primer mártir de la Libertad de Prensa en Guerrero, lo es sin duda el médico y político Don Eusebio S. Almonte (Eusebio Santamaría Almonte), nacido en Cutzamala el 8 de mayo de 1869 y fusilado en Mezcala, a los 32 años de edad, el 5 de junio de 1901.
Según el prestigiado historiador Fidel Franco, en la Biografía de Eusebio S. Almonte, antes de ser fusilado, expresó lo siguiente:
“Soldados: Soy inocente. Mi delito es haber luchado en la prensa por la felicidad de Guerrero. Ojalá mi sangre haga la felicidad de mi querido estado”.
Otro caso lamentable sucedió en Acapulco con don Ignacio (Nacho) de la Hoya, editor del periódico “La Verdad” de Acapulco. Fue un periodista decidor de verdades, reportero ejemplar y editor incomparable. Llegó a lastimar las pupilas de los poderosos, al grado que se le mandó golpear hasta dejarlo trastornado de sus facultades mentales. Hubo protestas de algunos periodistas y de gran parte de la sociedad porteña, pero no trascendieron
En la actualidad, aunque siempre lo ha sido, el periodismo se ha convertido en el oficio más peligroso del mundo, sin duda porque la actividad informativa es más profesional, va a mayor profundidad la tarea de investigación y porque los periódicos, la televisión, el radio y los medios modernos de comunicación permiten no sólo a los periodistas, sino a los usuarios en general, ir directamente a desentrañar temas de corrupción, hurtos, ladronerías de “servidores públicos” mañosos y no solamente exhibidos, sino llevados a prisión.
Han desaparecido, gracias a la fuerza informativa de los medios, muchos de los antiguos tabúes cuando la figura presidencial era intocable, por ejemplo.

La protesta, los pronunciamientos de parte de las organizaciones de periodistas en defensa de los colegas agredidos son el pan nuestro de cada día. Los periodistas ya salen a la callea a gritar sus inconformidades, ya se colocan frente a los edificios públicos y hacen tomas de casetas en vías de comunicación para proteger a colegas amenazados, y los resultados van cobrando fuerza cuando la solidaridad en el gremio ha llegado a la intensidad de la unidad.
Hubo largos tramos de tiempo, y aún existe esa debilidad obtusa de solamente algunas “vacas sagradas del periodismo”, de que “cada periodista se sentía un mundo aparte, un non plus ultra”. En la actualidad, esas presunciones propias de mentalidad anormal, ya no tienen cabida en un mundo en que exige la solidaridad gremial.
Esto comenzó, sin duda, cuando un presidente de la república expresó a algunos medios: “No te pago para que me pegues”, y después, por otro lado vino la agresión a “Excélsiór” que fue el pie para que la revista Proceso, naciera.
Aun así, pululan en los periódicos corruptos (locales y “nacionales”), plumíferos oficiosos al servicio del amo. Lamesuelas, salameros, traidores no sólo a la patria, sino a sí mismos y a su propia familia, buitres indignos de llamarse periodistas.
El desempeño de la profesión permite vivir modestamente a quien lo ejerce, siempre con la frente en alto. Son los lectores, la sociedad la que califica el trabajo informativo de cada quien. Odioso es quien a sí mismo se ensalza o presume de “ser el mejor”.
Felicidades este día a todos los periodistas dignos de llamarse y calificarse así.
En este espacio tenemos un pregón y una bandera:
“Más valen frijolitos con amor, que pollo con amargura”

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