ARTÍCULO

EFRÉN LEYVA: Un
Hombre, un Camino
Juan López
Hay trayectorias interesantes en la vida de un político sobre todo si son narradas con franqueza y naturalidad. Es el caso de Efrén Leyva Acevedo: variada ruta de peripecias en el sinuoso sendero de la política: abrojos, guijarros, vías de expiación, satisfactores, anhelos, ruindades, emboscadas de rivales gratuitos, gravosos. Pero quien es llamado por las sirenas como lo fue Ulises mientras iba rumbo a Ítaca, no se detiene en mientes ni cobra agravios ni ve minu
cias.
Efrén pertenece a la generación política previa a la caída electoral del PRI en el año 2000. Militante de convicción y de principios. La cualidad que más aprecio de un hombre es la lealtad. La felicidad es como una rosa, para llegar a ella es preciso pasar por las espinas. Narra como si fuera quien se confiesa. Grandulón y elocuente, enérgico de carácter y con una memoria exacta de sus triunfos y fracasos. No se llega a la cumbre con satisfacción si no se han conocido los hondos abismos de la incomprensión y la traición. Lo dice entrelínea para el lector paciente cual gambusino de vetas doradas. Le reconozco una bondad superior: habla de sujetos mafiosos, de bichos humanos, encuentros inevitables en su vida, pero no los señala ni acusa, al contrario, tiene para ellos anhelos de bienaventuranza y deseos cabales de prosperidad. Trata como un caballero a gente despreciable. Esto es laudable. El suspiro de un alma buena. Lo felicito. Yo, no puedo tanto. Si cuando se trata de boñiga prefiero llamarla hienda, majada, estiércol, excremento. Los eufemismos no me concitan, más estoy sólo haciendo la gentil ponderación del libro-alter-ego -memoria de un político con la valentía de hablar sin tapujos de sus avatares en la vida pública de Guerrero.
Entre Rubén Figueroa y Gamboa Patrón le malograron la senaduría, a la que tenía legítimo derecho, para beneficiar a Héctor Vicario Castrejón: Gajes del oficio cuando se hace mercancía la política y se tasan a tanto por ciento los favores personales en descuido de los intereses de la nación.
Son infinitos los recovecos de su senda. Ilustra con fotos los afectos y saludos de personajes importantes del núcleo de un poder hoy migrante. Es un retrato ameno. Generación nostálgica arrollada por el México cambiante y, entre perlas de erudición la profecía de José Francisco: “O cambiamos o nos cambian”. Advertencia inútil ignorada por todos.
Si entonces alguien les hubiera profetizado la posibilidad de tener, para dentro de veinte años en el Palacio Nacional despachando como presidente a don Andrés Manuel López Obrador, ese osado oráculo hubiese recibido una bofetada.
Me quedo con el libro de don Efrén y lo remarco con una posdata germinada en su corazón.
PD: “El orgullo más grande de mi vida, es mi familia”: Efrén Leyva Acevedo.

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