jueves, 16 de enero de 2020

ARTÍCULO CON FOTO

Las pistolas las
carga el diablo
Apolinar Castrejón Marino
¿Y POR QUÉ DECIMOS “Las pistolas las carga el diablo”? pues con su permiso y una disculpa, el refrán completo es: “Las pistolas las carga el diablo, y las disparan los pendejos”. Y hablamos de esto, a raíz de los acontecimientos de Coahuila, en donde un menor de edad se soltó echando bala, asesinando a una maestra y a varios compañeros de su colegio. Y luego, “…para escapar de la acción de la justicia”, se suicidó.
A continuación se han sucedido algunas acciones de las autoridades, y al mismo tiempo han surgido infinidad de comentarios de la gente, las cuales se pueden agrupar en 2 líneas: las que reprueban los hechos, y las que hablan de prevenir es
to, que llaman “atrocidades”.
Y aquí es donde “vamos a meter nuestra cuchara”, porque mientras unos opinan que deben revisarse las mochilas y “lokers”, de los niños y jóvenes en las escuelas, en busca de objetos peligrosos, otros reclaman que no puede dárseles el trato de criminales, porque eso puede traumatizarlos de por vida.
Pero, aunque el caso que mencionamos ha atraído la atención de la sociedad, no es novedoso, ni singular. Hay mucha gente que advirtió -muy a tiempo- que ser demasiado permisivos con los niños y los jóvenes en el hogar y en la escuela, iba a traer consecuencias fatales; y ahí está.
En lo que estamos de acuerdo con la gente que opina, es que estamos a tiempo de evitar más, y peores tragedias. Claro que será muy duro, porque tenemos que olvidarnos de las falsas percepciones de que “…los niños de ahora son más inteligentes”, y de que deben tener toda la libertad para expresar sus capacidades.
También debemos dejar de hacer caso a esas madres egotípicas que aseguran que sus hijos son “imperativos” (confundiendo el término con hiper-activo), cuando en realidad solo son unos irrespetuosos, desobedientes, y groseros.
Y también tenemos que llamar la atención de esas madres “consentidoras” y fodongas, que dejan que sus hijos anden haciendo travesuras en casa ajena. Esas madres que solo pronuncian frases tan inocuas como inútiles: “Niño, deja de hacer eso”, “…por favor, no hagas eso”, “…te cuento hasta 3 ¿Eh?”.
Para ponerlo en términos más prácticos, tomemos el caso de que un niño se meta a la cocina, y estemos ahí para ver que se cerca a la estufa, donde hay objetos calientes ¿Cómo debemos proceder? ¿Le daremos la libertad, para que haga su voluntad? ¿Es malo evitarle que meta la mano, y eventualmente salga quemado?
Los adultos, con nuestra experiencia, estamos conscientes de los inminentes peligros que conlleva un “quemador” encendido inclusive para los adultos, y los poco hábiles en manejar instrumentos de la cocina. Una olla con comida hirviendo, y un sartén con aceite caliente, son un peligro que deben manejarse con extremo cuidado.
Durante toda la historia de la humanidad, la prevención corrió a cargo de los adultos y, nunca se tomó a mal que los más cautos, advirtieran y alertaran a los demás sobre la seguridad…en la familia y en la sociedad.
En el momento corriente de los hechos, la “seguridad” corre a cargo de las comisiones de derechos humanos, a nivel estatal y nacional. Vale decir que las actividades de estas “instituciones” están normadas por leyes y reglamentos, elaborados por “legisladores” y “especialistas”, que evidentemente se guían por intereses políticos y mediáticos, y nunca han mostrado la intención de resolver definitivamente los problemas.
Otra situación de la actualidad es que los niños y jóvenes gozan de gran cantidad de derechos, pero pocas obligaciones. Sin importar la situación económica de los padres, tienen que proveerles artefactos y servicios, como si fueran ricos. Hablamos de computadoras e Internet.
En nuestro país el “trabajo infantil” está prohibido por las leyes, y por extensión, los jóvenes consideran que no se les debe obligar a realizar quehaceres en el hogar, como lo hicieron los niños y jóvenes de las generaciones anteriores. Vale decir que sin consecuencias fatales.
Y aquí podemos enlistar algunas operaciones sociales que han modificado sustancialmente la vida de los jóvenes: legalización de la marihuana, legalización del aborto y tolerancia a la diversidad sexual. Y también podemos agregar a la lista el uso y abuso de los teléfonos “celulares”, la música de moda, que promueven la perversidad hacia las mujeres, y la parafernalia de la delincuencia organizada: los narco corridos y el “reguetón”.
Luego entonces, los casos de violencia en todas sus expresiones, seguirán repitiéndose, y quizá en una escala cada vez mayor.

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