miércoles, 10 de septiembre de 2014

COLUMNA

Por los cielos de Peña Nieto

 Apolinar Castrejón Marino 
“Huca huca, el que se la encuentra, se la emboruca”. Así dicen en el pueblo, cuando alguien prefiere evadir un compromiso. 
Exactamente lo que hizo Enrique Peña en relación a su segundo informe de gobierno como presidente de México. En lugar de informar a los mexicanos los resultados de sus acciones para regular la delincuencia, la educación y la producción en el país, nos trajo a cuenta la construcción de un aeropuerto de dimensiones colosales.


Aunque quizá no sea todo culpa suya, pues hay por ahí mucha gente que se encarga de “hacerle el caldo gordo”. En la primera línea de “paleros” podemos contabilizar a los periodistas quienes nada dicen de las cifras escandalosas de muertes, secuestros y robos con violencia, permanecen mudos ante las necesidades más apremiantes de los mexicanos, azolados por las lluvias e ignoran olímpicamente la falta de empleo.
Pero no crea que hablemos “al tanteo”, usted puede constatar lo que decimos. Rafael Cardona es uno de los periodistas más acreditados de México, con una larga trayectoria escribiendo para las publicaciones más importantes. En la televisión se conoce muy bien su carisma de incisivo y mordaz. 
Hasta la última semana del mes de agosto, habló como siempre, con su estudiada y repetitiva ironía, refiriéndose a Enrique Peña, como un incompetente y un despistado que nada sabe de administración. Criticó especialmente el ambiente de corrupción en la que se aprobaron sus reformas.
Pero como por arte de magia, el día 2 de septiembre, al escuchar el “mensaje a la nación” que dirigió Enrique Peña a sus invitados V.I.P. en el que se adornó presentando su aeropuerto del primer mundo, “el chueco” Cardona cambió completamente su verborrea.
Pero no nada más él, lo mencionamos, porque es una de las cabezas visibles de los encargados de mantener “informada” a la población. En entrevista televisiva con otro gran comunicador, con absoluto descaro, Cardona dice que mientras Peña Nieto solo se hacía como el “Tío Lolo” con los asuntos de la creciente inseguridad en el país.
Como si la estuviera viendo, dice que todas las noches, cuando todos se iban a dormir, en los pinos no se apagaba una lucecita. Ahí se trabajaba discretamente para consolidar el proyecto de una obra “emblemática” de este gobierno, que pasará a la historia como modernizador, y que nadie le quitará la gloria de proyectarnos al primer mundo ¿Así, o más cínico?
Su comparsa, Pepe Cárdenas habla sorprendido de la magnitud de la obra. Pero como Cardona no estaba satisfecho con su papel de engatusador, afirmaba que desde hace varios años, Peña tuvo el acierto de adquirir los terrenos donde se construiría su obra magna. Con lo que le queda de pudor a Pepe Cárdenas, le refutó al “chueco” que no exage

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