martes, 17 de marzo de 2015

ARTICULO

Guerrero y su
 inestabilidad Política 

“Guerrero Seguirá siendo pobre, mientras siga siendo pobre su clase política”. JFRM.


Efraín Flores Maldonado*
Para constituir el Estado de Guerrero hubo que transitar por larga y tortuosa adversidad política. Morelos en 1811 creando la provincias de Tecpan; Nicolás Bravo y Juan Álvarez en 1840 exigiendo el establecimiento del “Departamento de Acapulco” y, germinalmente la inclusión en 1847, del artículo
sexto en el acta de reformas a la constitución de 1824 que declaraba la constitución de un nuevo Estado en el sur, que se  denominaría “Guerrero” tomando territorios de los Estados de México, Puebla y Michoacán. Pero, decía el texto “siempre y cuando las entidades señaladas otorguen su consentimiento”, lo que no sucedió. En esos tiempos un factor poderoso para negar el nacimiento de la nueva entidad era que había tal pobreza, ignorancia, incultura y falta de inteligencia que era notorio que “no se tienen hombres capaces para conducir un gobierno”. Michoacán negó su consentimiento; Puebla lo condicionó a una consulta popular y el Estado de México dijo que aceptaba, si las otras dos entidades consentían. El Presidente José Joaquín Herrera dio vuelta al litigio, acudiendo al artículo 50 de la constitución vigente, que autorizaba al congreso de la unión para crear un nuevo Estado, “Si las dos terceras partes de las legislaturas locales del  País lo autorizaban”. 16 dijeron que si y Guerrero se erigió un 27 de Octubre de 1849, con  Juan Álvarez  como  gobernador provisional. De inmediato surgió la inestabilidad política; los diputados locales integrantes del poder constituyente originario se enfrentaron; unos se instalaron en el D.F. y otros en Chilpancingo; en otra vertiente se fragua un complot para enfrentar a los generales Nicolás Bravo y al Gral. Gobernador  Juan Álvarez. El recurso usado fue asesinar al Gral. Joaquín  Rea, cuñado de Nicolás Bravo. Rea estaba en Ayutla, donde había fundado un Instituto literario denominado “Minerva”, nombre de su esposa. Ahí lo inmolaron. El Gral. Bravo fue cauto y no reaccionó culpando del crimen al gobernador. Pero exigió justicia. Álvarez obró rápido, capturo a los asesinos y los fusiló. La intriga no cuajó. Pero, de ahí en adelante, la inestabilidad política ha sido nuestra eterna acompañante. Carlos Moncada en su libro ¡Cayeron!, nos ilustra sobre todos los gobernadores del sur que no han concluido su periodo. La mayoría han sido provisionales, interinos…sustitutos. Gabriel Leyva Mancilla, Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes Delgado, José Francisco Ruíz Massieu, René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo, han sido los únicos que concluyeron el tiempo para  el que fueron electos. En el fondo, nuestra inestabilidad política ha sido una imposición del  gobierno central, del supremo gobierno presidencial. Los Presidentes de México quitaban y ponían a nuestros gobernadores a su antojo, sin importarles trastocar nuestro incipiente desarrollo social y político. Por eso,  ante el resurgimiento de un nuevo tiempo de inestabilidad, será importante para Guerrero que Salvador Rogelio Ortega Martínez  sea ratificado por el congreso local para concluir totalmente el periodo para el que fue electo Ángel Heladio Aguirre Rivero. Su actividad concertadora y estabilizadora debe continuar. Sería insensato nombrar un nuevo gobernador para volver a empezar una lucha más por la estabilidad política y el desarrollo. El actual Ejecutivo tiene a su favor valiosas prendas que se traducen en honestidad, tolerancia, mentalidad democrática y critica y sobre todo una férrea convicción de que solo el dialogo y la tolerancia pueden cristalizar la concertación política que nos devuelva la estabilidad, gobernabilidad y fin en paz de este complejo periodo de gobierno. Ortega Martínez ha vencido la tentación de la represión y ello implica una garantía para la existencia y actividad de todos los grupos democráticos del Estado que en su momento tendrán que ingresar a un proceso de paz que Guerrero necesita. Ortega Martínez está cumpliendo y debe seguir al frente del Poder Ejecutivo del Estado de Guerrero. No debemos permitir que continúe la degradación y debilitamiento del poder en Guerrero. Pensemos en lo que advierte el venezolano Moisés Naim en su excelente libro “El fin del Poder”, quien advierte “ que los gobiernos están fluyendo de los grupos aferrados al poder a los lideres que protestan en las plazas y en las calles”, sin cultura ni formación política, lo cual nos llevaría al desastre. Es todo. *Doctorante en Ciencia Política.

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