martes, 17 de marzo de 2015

ARTICULO

El doctor Durazo

Esteban Mendoza Ramos

Los mexicanos guardamos en nuestra memoria de forma nítida la imagen de Arturo Durazo Moreno recibiendo la Toga y el Birrete, que lo ungían como Doctor Honoris Causa, como una gran farsa académica, porque el criminal Jefe Policiaco carecía totalmente de méritos para recibir dicho reconocimiento, por el contrario, merecía la cárcel, donde finalmente terminó. 

Hace unos días presenciamos una escena idéntica, cuando el deshonesto, por decir lo menos, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Javier Saldaña Almazán, apareció en todos los medios locales y, con un reportaje especial en Milenio Televisión, portando la misma vestimenta que ha distinguido a muchos mexicanos honorables, como Miguel León Portilla, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Elena Poniatovska, entre muchos otros, lo que representa una ofensa para esos ilustres hombres de ciencia y de letras. 
El rector de la UAGro no merece ninguna distinción académica de esa índole, pues sus propios títulos profesionales son cuestionables.
El egocentrismo y las ansias de poder son similares entre Arturo Durazo Moreno y Javier Saldaña Almazán. Ambos utilizaron el dinero y el poder para obtener inmerecidamente esos grados académicos, porque a Durazo Moreno se lo otorgó el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y Saldaña Almazán una escuela “patito”, denominada Instituto Americano Cultural, ubicado en Ecatepec de Morelos, estado de México, por lo que ninguna relación tiene con la supuesta trayectoria del Rector farsante. 
Además, esa institución educativa no imparte estudios de Posgrado, por lo que mucho menos podrá otorgar un Doctorado Honoris Causa.
Con la misma perversa intención de engañar a los guerrerenses, el equipo de Saldaña Almazán contrató quince minutos en el canal de noticias de Milenio, dando a entender que el Honoris Causa lo había recibido por parte del Senado de la República, pero más tarde aclararon que le fue entregado en el Senado. Ahí está la perversidad, porque la idea es que la audiencia se quede con la impresión de que al rector de la UAGro lo apapacha la cámara alta del Congreso de la Unión, lo que es absolutamente falso.
Durante su entrevista en Milenio habló maravillas de su gestión al frente de la Máxima Casa de estudios del estado. Fueron puras mentiras o verdades a medias lo que dijo, pues si algo bueno ha hecho – lo cual es su obligación-,  queda anulado por todos los actos de corrupción, desvío de recursos, culto a la personalidad, desorden financiero, académico y administrativo, que han caracterizado su rectorado, incluso desde antes de asumir el cargo. Enumeramos las más obvias.
Para lograr su cacareada “candidatura de unidad” fue necesaria una amplia negociación para incluir con cargos de dirección a muchos integrantes de las otras corrientes universitarias. Así, de un plumazo la administración universitaria pasó de 85 cargos a 135, entre direcciones generales, de área, coordinaciones, etcétera, lo que incrementó la nómina en tres millones de pesos quincenales. Antes de Saldaña Almazán se pagaban 25 millones de pesos en salarios, con Saldaña se pagan 28 millones. En este quebranto a las finanzas universitarias contó con la complicidad del actual gobernador interino,  Salvador Rogelio Ortega, quien fungía como secretario general.
De inmediato se cambió de domicilio y se fue a rentar una lujosa residencia en la Calle Brisa, del fraccionamiento Joyas de Brisamar, en Acapulco. Le colocó 24 cámaras de vigilancia, adquirió vehículos de lujo, incluso blindados, triplicó el gasto en publicidad y en gastos personales, formando un equipo de 30 personas, para servirle sólo a él, en todas sus ocurrencias.
Su primer informe de labores fue faraónico en el centro de Espectáculos El Mundo Imperial, en la zona Diamante de Acapulco. Convocó a toda la clase política del estado, alumnos acarreados, cobertura de radio en vivo, invitaciones costosas y una promoción intensa  antes y después del evento.
Su íntimo amigo y seguramente prestanombres, José Luis Aparicio López, adquirió una lujosa casa en la misma calle Brisa, donde actualmente renta Saldaña Almazán, presumiblemente el verdadero propietario es el Rector.
Adquirió varios caballos pura sangre españoles, los cuales presume en todas sus fiestas. Asimismo, contrató a un caporal para cuidar a esos preciosos equinos, traído desde el mismísimo Guadalajara, con un sueldo de 35 mil pesos mensuales, por supuesto a cargo del erario universitario. Los hijos de este caporal asisten a la Escuela Primaria Vicente Guerrero, que se ubica cerca de la Rectoría de la UAGro.
El Gobernador interino Salvador Rogelio Ortega Martínez adquirió para su mentor y jefe, una maquinaria para elaborar todos los insumos de propaganda que utiliza el Rector Saldaña Almazán. El equipo regalado por el Ejecutivo estatal tiene un costo de tres millones de pesos y fue traído desde la lejana China, de acuerdo a versiones de gente muy cercana al equipo del Rector.
Sustraen dinero de las arcas universitarias, a través de una empresa a nombre de la hermana del Rector, con domicilio en la calle Ignacio Ramírez de la Capital del estado.
Envió a todo su equipo a la administración estatal, manteniéndoles el salario en la Universidad, lo que representa el delito de peculado.
Los conflictos internos son tantos y tan grandes, que el Rector solamente los evade o los minimiza. El Programa Nacional de Posgrados de Calidad le invalidó a la UAGro 19 de sus 27 programas de posgrado, por no cumplir los requisitos mínimos de idoneidad, como son programas de estudios de alta calidad, planta docente integrada por miembros del Programa Nacional de Investigadores y la eficiencia terminal de dos años y medio.
El Congreso del Estado, a través de la Auditoría General, ordenó una auditoría integral a la UAGro, ante el visible derroche de recursos en culto a la personalidad del Rector, como espectaculares por todo el estado, espacio en todos los medios informativos, impresos y electrónicos, gastos personales, etcétera.
Por todas estas razones, resulta insultante que Javier Saldaña Almazán reciba un doctorado honoris causa, que no tiene otra explicación que una compra descarada.

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