lunes, 20 de abril de 2015

ARTICULO

Aprendizaje



Esteban Mendoza Ramos



Algo importante hemos aprendido los guerrerenses con los malos gobiernos de Ángel Heladio Aguirre Rivero y Salvador Rogelio Ortega Martínez: que podemos sobrevivir perfectamente sin Gobernador. Aguirre Rivero delegó sus funciones en Ernesto Aguirre Gutiérrez y  Ortega Martínez está ausente desde que asumió la titularidad del poder ejecutivo.

Es admirable la capacidad de los guerrerenses para resistir tanto abandono gubernamental, de los tres niveles. Todos los políticos, sin excepción, han utilizado los cargos públicos para fines distintos a su principal responsabilidad. Saqueo de los dineros públicos a nivel estatal, en los principales rubros del desarrollo social, como la obra pública, los servicios de salud, la seguridad pública y los recursos destinados a la educación de niños y jóvenes.
En las administraciones municipales, el desfalco y la corrupción son mucho más grandes y burdos. Nóminas infladas, obras fantasmas, lujos y despilfarros de los ediles, que se repiten periodo tras periodo. Y de ahí toman el dinero para la operación “Chapulín”; de alcaldes a diputados locales y viceversa, o diputaciones federales, repartidas entre los integrantes de la camarilla cómplice.
Los indicadores de desarrollo de la población guerrerense se han desplomado en los últimos años, lo que demuestra una vez más que los gobernantes sólo han servido para hacer mal a los ciudadanos. Y como en el caso de los dos últimos gobernadores, es mejor no tener a este tipo de “servidores públicos”. Y el pueblo AGUANTA Y AGUANTA.
El actual mandatario estatal llenó la administración pública con amigos y compañeros de la UAG, lo que ha provocado un enorme caos en todos los rubros del quehacer público. Y como a “río revuelto, ganancia de pescadores”, en unos cuantos meses ya vemos a los nuevos beneficiados por la desgracia de Guerrero, estrenando carros lujosos, construyendo casas ostentosas y guardando lo que se roban para “los malos tiempos”.
Por eso insistimos que a los hombres y mujeres que trabajan todos los días para ganar el sustento, los tiene muy sin cuidado si Salvador Rogelio se va o se queda. Cualquiera de los dos escenarios no tendrían ningún impacto en la vida cotidiana en el resto del estado. Se trata de una “rebatinga” entre políticos, en donde la opinión de los grupos sociales mayoritarios no es tomada en cuenta.
El aislamiento del gobierno respecto a la sociedad se agudiza cada día más. Pocos son los ciudadanos que confían en que las instituciones públicas resuelvan algún conflicto. Paralizado el Poder Judicial, mientras los magistrados se reparten entre sí el 20% de su presupuesto; enfrentamientos armados entre policías comunitarias, con saldo de varios muertos; acciones impunes de la delincuencia organizada, sin una sola detención de los asesinos de cientos de personas, perpetrados a plena luz del día en el turístico puerto de Acapulco, la azotada Iguala, o la capital, Chilpancingo. En  todos los casos el estribillo oficial es: “se castigará a los culpables”.
Los defensores a ultranza de Salvador Rogelio Ortega Martínez pretenden atribuirle el fin de la toma de casetas de peaje, o la suspensión de los incendios de vehículos y oficinas públicas, lo que por supuesto es una gigantesca mentira. A los radicales ya se les cansó el brazo de tanto romper cristales, se les acabó la estopa y la gasolina para incendiar; y ya les dio diabetes de tanta coca-cola robada que se tomaron, mientras el Gober ocioso anda recorriendo “los caminos de Michoacán”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.