lunes, 14 de septiembre de 2015

COLUMNA


 Cosmos

Héctor Contreras Organista

HOY ES EL DIA DE CHARRO
Pero, ¿qué es un charro? ¿Cuál es su origen?  Charro está documentado en el siglo XVII (1627) como sinónimo de ‘basto, tosco, aldeano, de mal gusto y lo atribuye a la palabra del euskera txar ‘malo’. Este origen es el que reproduce la Real Academia.
En el Virreinato de la Nueva España, a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos, con excepción de los tlaxcaltecas nobles y otros caciques aliados y sus descendientes. Para las labores de ganadería, sin embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en un hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza, por lo que a éstos vaqueros se les llamaba “cuerudos”.
Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio.
Después de la independencia, proliferaron los hombres “de a caballo” propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su condición de mestizos con rasgos mulatos o indígenas eran conocidos como chinacos mientras que a los empleados de las haciendas se les llamaba simplemente “caporales” y “vaqueros”.
Los hacendados ricos gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían adornar con bordados de “pita” proveniente de la fibra del maguey o con grecas y calados en gamuza.
El general Ignacio Zaragoza en 1861, durante el gobierno de Benito Juárez, crea el primer “Cuerpo de Rurales”, que eran auxiliares del ejército así como encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante el período de Porfirio Díaz, se caracterizaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos. Eran jinetes muy experimentados y estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las componían el machete, la reata, pistola, carabina de montar y una larga lanza; temibles en el uso de ésta última, se dice que “con el lazo y con la lanza se forjó el Charro”

Para mediados del siglo XIX, los de a caballo en México se enfrentaron en la Guerra de Reforma, los charros de abolengo se acercaron al príncipe extranjero Maximiliano de Habsburgo que buscaba rodearse de ellos para integrarse a México y a sus tradiciones, incluso se le atribuye la modificación al pantalón de charro. Por otra parte, los plateados, que eran rancheros acaudalados pero liberales y los chinacos peleaban por la República.
El marqués de Guadalupe Gallardo, Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.
El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General Emiliano Zapata, quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.
Se dice que la charrería se originó en los estados de Jalisco y México, pero es hacia la década de 1930 con la migración del Campo principalmente hacia la Ciudad de México cuando surge la Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.
En Chilpancingo, fue el ingeniero Darío L. Arrieta Mateos (originario de Iguala) quien llegó al gobierno del estado en 1954 –sustituyendo a don Alejandro Gómez Maganda- y un año después construyó el primer Lienzo del Charro, hacia la parte sur del estadio “Andrés Figueroa”. 
Mandó al arquitecto Ricoy, que era el director de Obras Públicas del gobierno, a la ciudad de México, a que fuera a ver un Lienzo Charro que estaba en Ejército Nacional y Schiller, que era la Nacional de Charros, la decana de la charrería en México. 
La analizó, e hicieron idéntico el Lienzo Charro de Chilpancingo con el que había en la ciudad de México, pero, en el de la ciudad de México cabían tres mil gentes y aquí lo hicieron para cinco mil personas. Los brazos de los asientos eran de varilla y tenía una acústica extraordinaria. Se podía ver perfectamente bien el deporte que se estaba practicando y se oía perfectamente bien en cualquiera  de las tribunas.
Don Darío también trajo un maestro que se llamaba Luis Ortega. Los charros iban a tomar clases, tanto los de Zumpango como los de Chilpancingo y los de alrededores con don Luis Ortega, que fue quien los empezó a enseñar, y después se vino como encargado del Lienzo Charro Cruz Jiménez, que fue muy conocido en el ámbito de la charrería. Uno de sus hijos, que fue campeón nacional de charrería nació en Chilpancingo, Crucito Jiménez.
Ese Lienzo Charro junto con Las Tribunas del Estadio “Andrés Figueroa” fueron destruidas, el Lienzo por el tiempo y la falta de interés de “nuestras” autoridades en el deporte y la conservación de un Lienzo Charro de lujo, y las tribunas por el coraje que un rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, les tenía a los Figueroa. 
Al recordar los jaripeos que hubo en aquellos años en la ya desaparecida Feria de Chilpancingo que se hacía en el mes de diciembre, hablando de los jaripeos, el médico Rodrigo Vega Leyva recordaba algunos nombres de lazadores: Don Aurelio Vázquez, Justiniano Jiménez, Luis Vega, Tocho Aponte, don Mariano Calvo, don Ladis, don Pancho Solache y otros más.
Y en su poema dedicado a la extinta feria recuerda a algunos montadores de toros: Pepe, Jorge, “El Cacareco”. Leopoldo Alcocer, “La Liebre”.
Años después fue famoso Belizario Arteaga porque hacía “El paso de la muerte”, los hermanos Vázquez, “dueños del ganado Bravo”, decía Pepe Castañón en su canción y descendientes de los Vázquez han ganado primeros lugares nacionales. Muchas felicidades a todos los charros locales.

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