lunes, 21 de septiembre de 2015

COLUMNA

Programa especial de cultura 

Apolinar Castrejón Marino
 Cierta vez, un poeta, escribió una hermosa canción de amor. Hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos; hombres y mujeres, y también a una joven que había visto una vez, y que vivía más allá de las montañas. 
Pasaron dos o tres días, y vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía: “Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda”.
El poeta quedó muy sorprendido, y para evitar que avanzaran las confusiones, se aprestó a contestarle a la joven con otra carta:

“Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a toda cualquier mujer”.
Como no era la respuesta que ella esperaba, le envío al poeta una carta llena de furia, que decía: “¡Hipócrita mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!”
Este pequeño cuento de Jorge Bukay es una Deja Vuh de lo que puede pasar a Enrique Peña, con sus ideas de un programa especial de cultura y arte, y otro programa nacional de enseñanza del idioma ingles… o como se llamen.
Empecemos por ver cuál es la situación de la cultura. Todos están de acuerdo en que es algo bueno y deseable, y cualquier definición consigna que es lo mejor que produce el hombre. Pero no.
Teniendo en cuenta el origen y evolución de la sociedad, podríamos ver como al principio los hombres (y las mujeres) se reúnen para vivir en sociedad. Según J. J. Rousseau (Rusov) porque el hombre es un ser social por naturaleza, y que acuerdan (Contrato Social) unir sus habilidades y esfuerzos para vivir mejor.
En esta etapa, todos son creativos y se esfuerzan por hacer aportaciones al agregado social. La SOCIEDAD avanza y pasa a otra etapa llamada CIVILIZACIÓN, en la cual los esfuerzos se concretan gracias a la ciencia y la tecnología. También florece la economía y las naciones se desarrollan.
Pero luego, pasa a una etapa de CULTURA, y entonces la gente vive en la comodidad y el confort, olvidándose de la producción y la creación. Los científicos, los ingenieros, y los agrónomos son rebasados por los “creadores” de obras artísticas. Poetas, músicos y dramaturgos, producen odas, rimas y dramas, que con ser maravillosas, no sirven para alimentarse. 
Los legisladores subliman su “creación” y hacen  leyes contradictorias. Los eruditos hacen obras  repetitivas e insulsas. Surgen nuevos dioses y nuevas religiones, y el hombre llega a ser más importante que el hombre. Y viene la decadencia, el caos y la destrucción.
La etapa cultural está invadida de violencia, pero una violencia cobarde que se ejerce al amparo del número, ya sea en pandillas callejeras, como en las cámaras de “legisladores”. Los gobernantes se amparan en su poder para mentir y engañar al pueblo. Utilizan los medios de comunicación (mass media), que por definición son públicos, en beneficio personal.
Lo bueno es que el gobierno se esmera en ocultar la crisis, y ocasionalmente lo logra durante unos 30 años. Otro día hablaremos del programa especial de cultura y arte. 

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