miércoles, 23 de septiembre de 2015

COLUMNA

José María Morelos Pérez

Apolinar Castrejón Marino
Hoy hablaremos de uno de los grandes personajes de nuestra historia José María Teclo Morelos Pérez y Pavón, porque se celebran 250 años de su natalicio y porque gracias a su fe en conseguir la independencia de nuestro país, mantuvo la guerra contra los españoles, cuando Don Miguel Hidalgo y los otros grandes generales, habían sido capturados y fusilados.

Pero primero les mencionaremos algunos datos poco conocidos de este valiente sacerdote:
Nació en Valladolid, y a los catorce años, se fue a trabajar en la hacienda de San Rafael Tahuejo, propiedad Felipe Morelos, primo de su padre. Ahí aprendió cultivo de maíz y añil, pero gracias a sus conocimientos, pronto le encargaron asuntos de contaduría y escribanía, de recibos y remesas. 
También trabajó en la ganadería y la arriería, pero por la rudeza de estas actividades, un caballo le fracturó la nariz y “a otra cosa, mariposa”.
Su bisabuelo Pedro Pérez Pavón, era muy rico, y cuando murió dejó encargado que sus bienes pasaran a su hijo un capital para su hijo José Antonio, siempre y cuando, se hiciera sacerdote y sirviera a una capellanía. Pero el prefirió casarse, y no se interesó en su herencia.
Entonces, la madre de Morelos, vio la oportunidad para que ese capital pasara a su hijo José María, por ser descendiente directo. Así, José María Morelos encontró su "vocación" sacerdotal a los 24 años. Ya con una vida más desahogada, nuestro héroe pudo cultivarse y realizar actividades más tranquilas. Estudió la poesía de Virgilio y Ovidio, y se involucró en el clasicismo.
Impartió cátedra de gramática y retórica en Uruapan, y escribió una devota novena a la milagrosa imagen del Señor de Carácuaro. Tuvo un amorío con Brígida Almonte, con quien procreó a Juan Nepomuceno. José María afrontó la responsabilidad de procurar su crianza y educación, pero no pudo imponerle su apellido, debido al celibato sacerdotal.
Durante años, Morelos mantenía comunicación con Hidalgo, porque había sido su discípulo, y ambos eran sacerdotes. Precisamente, el 4 de septiembre de 1810 le recordó que debía estar atento para la fiesta del “gran jubileo” que se celebraría el 29 de octubre. Muy distintas eran las atenciones entre ellos, nada que ver con una fuerte oposición contra el gobierno español.
Pero en Guanajuato, las actividades de los confabulados por la Independencia, fueron descubiertas por las autoridades españolas, y el movimiento se inició apresuradamente, en forma de un levantamiento armado, encabezado por Don Miguel Hidalgo. 
Después de los primeros combates, muy exitosos para la causa de don Miguel Hidalgo, quien iba ganando terreno, conquistando importantes ciudades en su marcha hacia la Ciudad de México, Hidalgo se enteró que Morelos se había unido al movimiento. Y Cuando se encontraron a Charo (Matlatzinco) el día 20 de septiembre, Hidalgo le expidió un documento que decía:
“Por el presente, comisiono en toda forma a mi lugarteniente, el brigadier don José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones verbales que le he comunicado. Firmado.- Miguel Hidalgo, Generalísimo de América”. 
Morelos regresó a Charo, donde solo pudo reclutar a 25 hombres, que armó con lanzas y algunas armas de fuego.
De todas formas, el 25 de octubre de 1810 Morelos inició desde Carácuaro su primera campaña militar hacia Acapulco. Marchó por Coahuayutla, Zacatula, Petatlán, Tecpan y Coyuca hasta la ciudad portuaria, a donde llegó hacia la primera semana de noviembre. 
A lo largo de este recorrido por la Costa Grande, se le unieron los Galeana, Ignacio Ayala, Juan Álvarez, y muchos campesinos. Tecpan, la guarnición realista se pasó a sus filas. Para el 9 de noviembre, su ejército ya era de 3000 insurgentes, y fácilmente tomó El Aguacatillo.
El 1 de diciembre de 1810 tuvo un revés, y fue derrotado por las fuerzas realistas de Acapulco que salieron a encontrarlo. Pero el 13 de ese mes, tomó el cerro de El Veladero, y de inmediato inició los preparativos, para el ataque a la plaza de Tres Palos, y luego tomar Acapulco. Pero llegaron refuerzos de las tropas coloniales al mando del capitán Francisco Paris, y del sacerdote mayor Nicolás Cosío, y tuvo que retirarse estratégicamente al cerro de Las Iguanas.
Sus cercanos, cuentan que en la retirada de Acapulco, Morelos se cayó de una mula. La contusión se infectó y duró semanas enfermo.
En Oaxaca, Morelos fue retratado vistiendo por única vez en su vida el uniforme de capitán general, obsequio de Matamoros, adornado con una cruz pectoral que era del obispo de Puebla.
Rechazó ser tratado como “alteza”, y prefirió tomar el epíteto de “Siervo de la Nación”, que está inspirado en el capítulo 10 de Evangelio de San Marcos: “Mas no es así entre vosotros; antes el que quisiere ser el mayor, será vuestro criado; el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos”.

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