martes, 13 de octubre de 2015

COLUMNA

Los mal llamados maestros

 Apolinar Castrejón Marino
Hoy les contaremos la historia de un rey muy, muy poderoso, que se convirtió en tirano. Tanto su corte de nobles, como el pueblo, estaban cansados de sus excesos.
En el reino había un sacerdote sabio y bondadoso, que se co
mpadecía de las tribulaciones de la gente, y  entonces planeó una trampa para el déspota. La trama consistía en que algunos ciudadanos se pelearan y ocasionaran disturbios, con la intención de que el rey los condenara.

Cuando el rey los sometió a juicio, los infractores se declararon culpables, y además dijeron que aceptarían la pena de muerte. En los días siguientes, muchos otros jóvenes siguieron este ejemplo suicida, ocasionando el asombro del rey.
El rey preguntó a sus consejeros cual podría ser la causa de tan extraña conducta. Los consejeros investigaron mucho, deliberaron, e informaron al soberano que en las sagradas escrituras, había un texto que aseguraba que una persona que fuese ejecutado por el verdugo el primer día después de luna llena, renacería y seria inmortal.
El sacerdote sabía que el rey, temía sobremanera a la muerte, lo cual aprovechó para que tomara la trágica decisión de que aceptara que le cortaran la cabeza en un lapso de 3 días, cuando fuera luna llena.
Así se hizo, y rodó la cabeza del tirano. El pueblo se liberó del tirano, y la gente estaba admirada. Muchos se preguntaban: ¿Cómo pudo ese hombre astuto como un chacal, haberse creído algo tan infantil como la idea de seguir viviendo eternamente después que el verdugo cortara su cabeza?  
El sacerdote les aclaró que no hay nadie es más vulnerable a creerse algo falso, que aquel que desea que la mentira sea cierta.
Tengo tantas ganas de creerme esa mentira (como el rey del cuento), que no me importa que sea evidente su falsedad. Schopenhauer lo ilustra en una frase sugiriendo que “se puede creer, pero no se puede ser lo que se quiere”.
¿Y por qué les contamos todo esto? Pues porque en el asunto de la evaluación de los mal llamados “maestros”, muchos creíamos que sería uno más de los chascos que se ha plantado el gobierno, que anuncian con bombos y platillos, y con el tiempo se diluyen, y después ya nadie se acuerda.
Los líderes magisteriales alimentaban nuestro desacierto porque se han referido a la reforma educativa, como una ocurrencia del actual presidente Enrique Peña, y lo menos que decían es que se trata de un cambio mal planteado. Dicen que es una “mal llamada reforma educativa”.
La cuestión no es menor, toda vez que el gobierno federal destina cada año del 5 % del Producto Interno Bruto, que se encuentra en el rango promedio de lo que destinan todos los países del mundo.
Investigamos que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) fue creado por decreto presidencial el 8 de agosto de 2002, durante el gobierno del presidente Vicente Fox Quesada. Entonces no es una ocurrencia de Peña Nieto.
Antes de constituirse como organismo autónomo, operó en una primera etapa, del 8 de agosto de 2002 al 15 de mayo de 2012, como un descentralizado de la Secretaría de Educación Pública y, en una segunda, del 16 de mayo de 2012 al 25 de febrero de 2013, como un descentralizado no sectorizado.
Para que el rezago educativo sea combatido de manera real, el INEE tiene entre sus funciones, coordinar el Sistema Nacional de Evaluación Educativa (SNEE). El 30 de abril de 2013,  rindió protesta la Junta de Gobierno, designada por el Senado de la República. Sus cinco integrantes son: maestra Sylvia Schmelkes del Valle, doctora Margarita Zorrilla Fierro, doctora Teresa Bracho González, maestro Gilberto Guevara Niebla y doctor Eduardo Backhoff Escudero, todos con probada capacidad y experiencia en las materias de competencia del Instituto. 
Precisamos esto, porque luego, los atarantados, mal llamados “maestros” andan de revoltosos reclamando que primero deberían evaluar a Peña Nieto, o al Secretario de Educación (Que era Emilio Chiauffet). No vayan a creer que los estamos defendiendo, ni justificando, solo los remitimos a la normatividad.
El propósito principal de la evaluación es el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación. Para ello se habrán de considerar diversos aspectos: planeación, ambiente en el aula, dominio de contenidos educativos, prácticas didácticas, logros de aprendizajes de los alumnos, y colaboración en la escuela ¿Usted cree exagerada la revisión de estas características de la educación?
El examen propiamente dicho, será solo un elemento más de la evaluación, porque los conocimientos que tengan los docentes son importantes, pero no el único referente para una buena educación ¿Por qué temer a la revisión de estas cualidades que todos los docentes tienen?
Ciertamente todos los que cursaron la educación normal, tienen dominio de las materias o asignaturas, y los conocimientos pedagógicos. Y tienen herramientas y estrategias para controlar un grupo de escolares. Pero también sabeos que hay muchos “mal llamados maestros”, que “compraron” sus plazas, o que se las consiguieron sus padres, merced a sus “influencias”.
Entonces, si existe el riesgo de que en la evaluación se detecten a estos falsos maestros, y que ojalá les apliquen la ley que tipifica como delito la usurpación de profesiones.

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