miércoles, 27 de enero de 2016

ARTICULO

Filo Mayor

Héctor Astudillo encarna aquello
de que “la humildad se aprende”
 Jaime Irra Carceda
Ya se ha dicho. El periodismo debe ejercerse más allá de posiciones ideológicas o partidistas y, desde luego, alejándonos de subjetividades y de prejuicios; además de dejar en la inacción el rifle-pluma-tecla-micrófono que suelen usar los francotiradores.

Mañana miércoles se cumplen los primeros tres meses de la administración que encabeza Héctor Astudillo Flores y su estilo para gobernar ya es un sello que distingue. El actual mandatario de Guerrero, respecto de sus antecesores, ha marcado diferencias. Veamos al menos las diferencias con cuatro de sus antecesores:
Está alejado, bastante, diríase que absolutamente, de la patanería, las improvisaciones y las ocurrencias con las que ejercía el poder Rubén Figueroa Alcocer.
Nada tiene qué ver con los modos de René Juárez Cisneros, quien jugaba a Rey de la Selva, se mostraba osco o se escondía cuando los reclamos sociales subían de tono y decía con frecuencia que Guerrero era (es) una entidad difícil de gobernar porque “no es Disneylandia”.
Si bien es cierto Ángel Aguirre dejó, digamos, cierto buen sabor de boca en los tres años de sustituto, ya no fue lo mismo los otros tres calendarios en que ejerció como gobernador constitucional. En este último periodo, el hombre oriundo de Ometepec, además de los errores y omisiones que en octubre del año pasado lo empujaron a dejar el poder, perdió el carisma del Ángel que Guerrero necesitaba y fue avasallado por una realidad que no entendió. Ya no tendrá un buen lugar en la historia.
El estilo de Astudillo Flores ni de lejos ni de cerca podría parecerse a la actitud de Zeferino Torreblanca Galindo, quien gobernó con autoritarismo y mezquindad. Los innumerables grupos sociales que intentaban ser escuchados, eran bateados por el déspota.
En sus primeros noventa y tres días en ejercicio de su encargo, Héctor Astudillo está demostrando que “la humildad se aprende”, no se simula, se asimila. Una actitud fue la del alcalde de Chilpancingo (dos veces), otra la del gobernador.
A diferencia de los cuatro que le antecedieron en el poder, Héctor Astudillo escucha con paciencia a quienes solicitan o exigen que se atiendan ya sus problemas comunitarios, ya familiares e inclusive individuales… y casi siempre, de inmediato, presenta soluciones.
Más allá del problema de la inseguridad pública a causa del aumento de la presencia y accionar del crimen organizado, que sigue siendo el número uno en Guerrero y otras entidades como el Estado de México, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz y Nuevo León, nuestra entidad es la primera en la agenda (de soluciones) del Gobierno Federal (léase Enrique Peña Nieto), como no lo fue en los periodos de Figueroa, Juárez, Aguirre y Torreblanca, como no lo fue en los sexenios de Ernesto Zedillo, Fox y Calderón.
El estilo es el hombre, dijo el clásico. (www.agenciairza.com).

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