viernes, 26 de febrero de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista





EL AYUNTAMIENTO, EN MARIDAJE CON LOS DUEÑOS DE LAS TORTILLADORAS, INSISTEN…
¡¡¡DURO CONTRA LAS TORTILLERAS.!!!
No es nueva la agresión: La presente columna la publicamos el 9 de noviembre de 2009
Con más de medio siglo de esfuerzo cotidiano, doña Macrina Flores Santos ha podido sobrevivir y sostener a su familia con un trabajo ciertamente muy pesado pero que mucho le honra: la venta de tortillas.

Como ella, otras, por lo menos mil mujeres diseminadas en toda la ciudad hacen lo mismo. 
Muy de madrugada llevan a algún molino el maíz convertido en nixtamal que durante la noche hirvieron para que sea transformado en masa, y ya de regreso en casa, ir elaborando, una a una las tortillas, hasta que logran llenar un enorme chiquihuite que trasladan a alguna esquina del centro de la ciudad o a alguno de los mercados, donde esperan la llegada de la clientela para vender su producto, el que se ofrece todavía calientito en la mesa familiar.  
Ayer, a las diez de la mañana un grupo muy numeroso de mujeres que se dedican a esa actividad, se reunieron en la esquina que forman las calles de Altamirano y Colón de Chilpancingo. Tal vez de política no sepan gran cosa, pero de protestar para defender  su trabajo, el sustento propio y el de sus familias, sí lo saben, y muy bien.  
Les han tocado en lo más sagrado, que es su trabajo, y tratan no sólo de herirlas, sino de borrarlas del paisaje urbano quienes se sienten “afectados por la competencia” que esas mujeres les hacen. Ellos son los dueños de las tortilladoras que cuentan con maquinaria ultramoderna para elaboración de tortillas. Quieren ser los únicos en la venta del producto alimenticio más importante de la dieta diaria del pueblo.
Doña Lilia Tecomulapa Reyes dialogó con sus compañeras. Algunas de ellas sostienen el chiquihuite semi vacío en la cintura, porque la venta de la mañana casi terminó, y dice: “Nos estamos organizando por lo que está pidiendo el señor Jorge Rosas Ávila. Quiere que de la vía pública desaparezcan las tortillas hechas a mano. Nosotros somos gente humilde que trabajamos en las tortillas hechas a mano; estamos reuniendo a toda la gente que vende y de eso mantenemos a nuestra familia.
“Ese señor, Jorge, es líder de las tortillerías. Ya metió papeles y ya hizo trámites porque quieren que el Cabildo les firme, para que se les otorgue el permiso que están pidiendo. A nosotros, las autoridades no nos han dicho nada, pero hay alarma entre quienes vendemos tortillas,  y queremos saber qué es lo que él pide y por qué, y quién es él para que venga y nos quite, con el apoyo del municipio.
“Si él o el gobierno nos van a mantener, queremos conocer sus propuestas. Nosotros pedimos que se les investigue a ellos, cuántas tortillerías tiene una sola persona, y que nos digan si nos van a donar algunas tortillerías para que nos organicemos y las trabajemos, pues, adelante. O si el gobierno nos va a mantener por quincena y nosotros sólo vamos a estar descansando en la casa y cobrando, adelante”.   
En las esquinas de las calles Ignacio Manuel Altamirano y Cristóbal Colón; Baltazar R. Leyva Mancilla e Ignacio Zaragoza; República de El Salvador y Zaragoza; 5 de febrero y Justo Sierra es donde desde tiempos muy lejanos ellas han establecido sus lugares para la venta de tortilla. Entre todas suman 38 mujeres las que ahí trabajan. Doña Lilia dice que de su trabajo  depende el sostenimiento y la educación de seis hijos.
Al momento que se producía el diálogo llegaban otras mujeres del mismo oficio que venían a sumarse a la reunión. Ellas venden tortillas en los Mercados de la colonia Los Ángeles y en el mercado del barrio de San Francisco. “Nos vamos a unir todas las del mercado central y todas las que quieran participar para que vea esa persona que está promoviendo eso, que hay unión entre nosotras”.
Informaron que hay una cantidad incalculable de señoras que venden tortillas en sus domicilios, no salen a vender, sino que los vecinos acuden a comprárselas. “A ellas también queremos invitarlas para que se unan a nosotros, para que se vea que no somos un grupito de diez; somos más de mil personas, por no decir que casi todo Chilpancingo”.
La señora Lilia informó que lleva diez años vendiendo tortillas. Otra persona dijo que hace 28 años se dedica a esa actividad. Otra, 32 años en el mercado de San Francisco. Doña Gudelia Martínez Organista recordó que se ha dedicado a la venta de tortillas desde que tenía 9 años, en la actualidad cuenta con 68 años de edad. Opina que “no es justo que nos hagan esto; nosotros de esto nos mantenemos, soy viuda y estoy sola; trabajo para vivir”. 
Doña Inés Morales Martínez asegura que lleva 45 años vendiendo tortillas. “Tenía yo diez años cuando mi mamá me mandaba a vender tortillas, ella también vendía, pero ahorita ya no puede. Soy del barrio de San Antonio y siempre hemos vendido tortillas, de ahí nos mantenemos. Mis hijos ya son grandes, pero tengo que trabajar para mi”.
Otra mujercita, doña Inés Martínez Organista comentó que tienes 48 años vendiendo tortillas, “toda mi vida haciendo y vendiendo tortillas; nosotros nos ganamos la vida, porque ya somos viudas, y, ¿como nos vamos a mantener?  Sólo vendiendo tortillas”. 
“Mi nombre es Adalia Martínez Ligorio, yo tengo 39 años vendiendo tortillas. Mientras que yo pueda hacer tortillas, tengo que trabajar, ¿de dónde nos vamos a mantener? ¿Por qué los dueños de las tortilladoras ya no nos van a dejar vender si nosotros también tenemos necesidad de trabajar para mantenernos? Tuviéramos otro trabajo, pues, sí, lo haríamos, pero tenemos que trabajar, tenemos que mantener a los hijos. Aquí traigo todas mis tarjetas de Salud, se las enseño”.
Otra mujer terció: “Lo de las máquinas, no las había antes. Nosotros somos las que empezamos desde cuando estaba el mercado Nicolás Bravo. No nos vamos a dejar, nomás porque ellos quieran vender. Tenemos que buscar a alguna persona que nos apoye, porque tenemos necesidad. Somos mujeres. Unas somos viudas, somos padre y madre, y tenemos que mantener a los hijos, ¿de dónde más? Tenemos hijos estudiando. Ni modo que vayamos a robar, ¿eso quieren que hagamos?”.
Otra vendedora dijo: “Las autoridades no nos han dado ningún papel; pero nos estamos reuniendo para apoyarnos entre todas, para que nos unamos, porque si no, ¿cómo? Todas las que tenemos necesidad de trabajar nos estamos reuniendo”. Doña Macrina Flores Santos recordó que “desde que estaba el mercado Nicolás Bravo, empecé a vender, tenía diez años. Mi mamá fue Luz Santos de Flores. Fíjese hasta dónde han llegado. Si de ahí comemos”. 

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