viernes, 21 de octubre de 2016

ARTICULO

El Fugitivo Duarte

Juan López
Pareciera un sultán de Somalia en desgracia, desamparado y a la deriva en un mar colmado de tiburones. La orden de aprehensión que le ha sido obsequiada transforma aquella bulla que como una diadema envolvía sus actos de gobierno, en un calvario peor que el de Jesucristo. Como un intocable Marajá, capitaneando el saqueo ayer de una cuantiosa-fabulosa corrupción en Jalapa, Veracruz; hoy cual vil comadreja enloquecida por los ayes de la persecución, ha de depender su libertad sólo del escondrijo donde se zambulla.

Así como gobernó seis años sobrado de aduladores -infinita su ley, supremo su mando, incuestionable su razón-, hoy le sobran quienes quieran delatarlo, los que se aprestan a cobrar una recompensa por la información anónima que lleve a su captura: Entre más alta es la cumbre de la que te caes más duro es el porrazo del abismo donde tus huesos reposarán luego de que la avalancha te lleve en su caída.
Confundo a Xavier Duarte con un Califa de Omán, quizá el último de los autócratas que le restan a esta civilización.  Un hombre-dios-rey que puede incluso disponer de la vida de sus súbditos, si se le viniese en gana por gusto hacer morir a uno de sus vasallos.
El ex gobernador de Veracruz -judío errante-, huye solo, como si en vez de haber mandatado un Estado republicano y democrático hubiera sometido a una ínsula teocrática donde sólo su voluntad de absoluto absolutismo hubiera decidido la suerte de su gobierno.
Pareciera que en Veracruz no existen las instituciones formales de un Estado de Derecho que se rige y se sustenta en una Constitución General de la República, dentro del modelo de una democracia real representativa, donde el ciudadano con su voto es el mandamás de los destinos de su pueblo y su historia.
Esta corretiza a un Xavier Duarte pestilente, solitario, antigregario, da la impresión de que en Veracruz no hay Congreso del Estado, ni Tribunal Superior de Justicia, ni instituciones ciudadanas, prensa libre ni tribunales de conciencia que hubieran frenado la voracidad del gobernador que huye en despoblado cual vicioso sin enmienda.
Se supone que los legisladores deben vigilar el gasto público del Jefe del Poder Ejecutivo. El Tribunal Superior, administrar la Justicia a fin de que se modere la desigualdad social y jurídica. La Opinión Pública debe tener un peso moral que haga las veces de equilibrio entre la apetencia de los gobernantes y la equidad de la ley. PERO. Son muchos los casos donde los diputados están “maiciados”: dixit, Porfirio Díaz y cierran los ojos, apagan sus sentidos y dormitan en plena sesión, porque tienen bizca el alma y atarantada la visión.
Es de tal magnitud la gravedad del caso y los volúmenes de la cuantía con que saquearon Veracruz, que ésta no pudo haber sido la tarascada de un trinquetero solo. Son muchas las manos que se requieren para construir un edificio, así sea éste la Cueva de Ali Babá. Un equipo, una pandilla, muchos compinches, una sarta de sujetos que agarraron la pata mientras Xavier Duarte mató la vaca.
Lo que entristece es que los congresos estatales todos, adolecen de la misma malaria: legisladores que se embolsan hasta medio millón de pesos mensuales por su silencio y su dócil mansedumbre.
 PD: “Ver un crimen en silencio, es cometerlo”: Simón Bolívar.

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