lunes, 28 de noviembre de 2016

COLUMNA

 Cosmos

Héctor Contreras Organista



¿DE QUÉ GENERACIÓN ERES?
PREGUNTA MI NOBLE AMIGA si soy de la generación del por favor, del buen día, buenas tardes, hasta luego y del dar gracias, del respeto a los mayores, de pedir permiso, saludar con una sonrisa, de amar a las personas por lo que son no por lo que tienen, del saludar con amabilidad y que si me gusta cómo me educaron.

Gracias por la pregunta a la que con respeto y amablemente le respondo:
SOY de la generación de los “adultos mayores”, de esos que vamos caminando por la calle y a quienes vienen de frente, siempre jóvenes o muchachas se le echan encima.
Nadie cede el paso a los ancianos, como nosotros lo hicimos con los viejos cuando fuimos jóvenes, respetando su dificultad para caminar.
Esta nueva generación van sobre nosotros, valiéndoles nada atropellarnos. Y debemos ser nosotros los mayores quienes debemos cederles el paso, nos obligan a bajarnos de las banquetas o no les importa que nos provoquen una caída.
SOY de esta generación de “adultos mayores” a quienes ningún joven o niño saluda porque, como dije hace poco, ya “somos invisibles”; nadie nos ve, nadie nos escucha, nadie quiere platicar con nosotros; como que sienten que somos un estorbo.
Nadie reflexiona en que nuestra experiencia de vida puede servir de algo, a veces de algo valioso para que los jóvenes eviten caer en errores que nosotros, por inexperiencia sufrimos en el pasado...
SOY DE ESA GENERACIÓN DE VIEJOS que veo hoy muchas caras amargadas por todos lados; mucha gente que refleja en su mirada insatisfacción, enojo, soberbia, altanería y prepotencia. Coraje contra sus padres, tíos, hermanos, esposos o esposas, vecinos, compañeros o compañeras de vida o de trabajo; gente que no saben educar a los hijos porque ellos no tienen educación y nadie puede dar lo que no tiene; no saben saludar, respetar, dar con alegría los buenos días a la vida y dar gracias a Dios por ella.
Ya casi nadie canta de felicidad agradecido por el nuevo amanecer como lo hacía el granjero feliz; todos andan de prisa, y cuando manejan un vehículo y algún conductor de adelante se detiene un instante, le multiplican siete claxonazos equivalente a un recuerdo familiar y eso, a veces, y cada día es más frecuente que suceda, ha traído funestas consecuencias, por la intolerancia.
Si tienen prisa por llegar a algún lugar, que madruguen, que se levanten más temprano para ir al trabajo o a dejar los hijos en la escuela.
Soy de los rucos que observa que ya nadie da gracias por disfrutar la tierra que pisan sus pies ni da gracias por tener aún esos pies que pisan la tierra.
Casi todos se olvidan lo que vale vivir, lo que es tener salud y no ser víctima de los cada día más criminales hospitales donde la enajenación y los absurdos rebasaron los juramentos de Hipócrates...
Soy de esos viejos que ya nada puedo hacer para gritar y exigir que las nuevas generaciones miren al futuro, futuro que cada joven tiene en sus manos; que el mundo es de ellos y que si no lo cuidan, comenzando por cuidar sus personas, ya no tendrán dónde ni cómo vivir, al no ser que quieran seguir viviendo una vida sin orden ni respeto, sin principios morales, así como viven las bestezuelas en la jungla, y que desafortunadamente veo con tristeza que para allá van… y que algunos ya llegaron.
NO QUIERO QUE ME QUIERAN, quiero que se quieran a sí mismo y se respeten y se amen, porque si lo hacen, podrían tener la oportunidad de vivir un mundo lleno de amor y respeto...
Y FINALMENTE NO OLVIDEN aquella voz que alguna ocasión escuché en la calle: “Como te ves, me vi... Como me ves, te verás” (No falla)...
LES SUGIERO REFLEXIONEN EN LO SIGUIENTE: “PON ORDEN EN TU VIDA Y EL ORDEN TE DARÁ VIDA” (Tampoco falla).
Gracias a mi amiga por preguntar de qué generación soy. Soy de la que está, porque aquella de mi juventud ya se fue y se llevó lo que de los mayores prendí… pero como ven, algo me quedó y se los comparto con mucho cariño.

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