lunes, 27 de febrero de 2017

COLUMNA

 Hablando de dictadores

Apolinar Castrejón Marino
Día tras día, los “comunicadores” mexicanos, se regodean comentando las demostraciones de repudio que le hacen al presidente de Estados Unidos, y se esmeran en destacar los bajos niveles de popularidad debido a su forma de gobernar.

Como si los mexicanos fuéramos ajenos a esto, y como si el presidente Peña Nieto gozara del aprecio de los mexicanos. Para demostrarles que “con qué poca agua se ahogan” les vamos a comentar de otros presidentes repudiados.
Lee kwan Yew, fue presidente de Singapur durante 31 años, como lo hizo Porfirio Díaz en México.
Ese señor gobernó con las leyes más rígidas. ¿Qué opina usted de que haya prohibido mascar chicle, o que no pueda andar desnudo en su propia casa? No le gustaba tener presos en las cárceles, porque consideraba un gasto innecesario estarlos manteniendo y proporcionarles servicios.
Así que los sacó de la cárcel, y los obligó a realizar trabajos forzosos: limpiar los drenajes, limpiar las grandes fábricas, y limpiar los buques cargueros. En 1968 había medio millón de presos en las cárceles. Un año más tarde solo había 50.
También había un sinnúmero de vagos y drogadictos en las calles, y como a Lee Kwan Yew, no le gustaban, ordenó redadas para aplicárselas. “Patas para que las quiero” huyeron hacia malasia.
Singapur era una isla muy pequeña, con apenas 5 millones de habitantes y sin recursos naturales. En 1965 se dedicaban la pesca y la actividad manufacturera de poca monta. Como dependía políticamente de China, Kwan Yew proclamó la independencia, a lo cual China apenas se opuso.
Se convirtió en Primer Ministro, y artífice del desarrollo. Su pensamiento era simple: “Mi trabajo es mantener el camino del país y garantizar que los ciudadanos tengan una vida decente”.
Reorganizó el sistema político, judicial y penal. Los criminales fueron procesados y ejecutados públicamente, los políticos y militares corruptos fueron pasados por las armas. Y quedó establecida la pena de muerte para los norcotraficantes, los traidores a la patria, y los violadores.
Se convocó a elecciones, y ganó con un 99 % de los votos, apoyado por el Partido de la Acción Popular. No, no crea que sea como el Partido Acción Nacional de México. En menos de 30 años convirtió a Singapur en una ciudad global. Saltó a una industria de procesamiento, empacado de productos, y envíos a todo el mundo.
Se convirtió en una Plataforma de exportación asociada a las grandes transnacionales, y a las industrias de alta tecnología, a quienes dio trato preferencial exentándolas de impuestos, y proyectó una gran superestructura, armonizada con el medio ambiente: torres de oficinas, talleres gigantescos, y zonas de negocios.
Singapur es una isla de ensueño, con las edificaciones mapas sorprendentes y ultramodernas. Es la 9ª economía de todo el mundo, y su poderío es evidente: 0 % tasa de desempleo. No como México, cuyo presidente asiste a reuniones de las grandes economías mundiales como el G20, pero que tiene más de la mitad de su población en la pobreza.
Singapur tiene el mayor puerto marítimo del mundo, y es el mayor exportador de petróleo en Asia, sin que tenga una gota en su subsuelo. 98 % de los jóvenes asistieron a la universidad, y 70 % hablan inglés a la perfección. Esto fue necesario, porque en su planeación a largo plazo los enviaron a conocer las economías de otras regiones.
Luego regresaron a hacer propuestas de mercado al gobierno. Estos son los verdaderos entreperneur (emprendedores). Antes de formar su familia, los jóvenes de Singapur ya tienen sus propios negocios. Pero los apoyos que les proporciona el gobierno se basan en la meritocracia, y no el influyentismo y el compadrazgo, como en México.
Lee Kwan Yew murió el 23 de marzo de 2015, pero sus leyes dictatoriales quedaron establecidas hasta la fecha: Al aterrizar en el aeropuerto, entre los documentos de desembarque, los viajeros reciben un tríptico con letras muy grandes donde se les informa acerca de la pena de muerte por posesión de drogas.
Hay europeos, chinos, malayos, pero en la escala social, los singapurenses se encuentran en primer lugar. Hay auténtica libertad religiosa, pero no se puede insultar al gobierno, ni la memoria de Kwan Yew. La policía aplica axotes a los transgresores, pero no lo hace como sistema de tortura como en nuestro país.
Los azotes, están instituidos en el código penal, para quienes sean sorprendidos haciendo un grafiti, para quienes vendan pornografía, y para quienes anden desnudos, aun en su propia casa.
La policía tiene derecho de apresar a la gente y encarcelarlos, sin tantos requisitos de averiguación. La prostitución está reconocida y regulada: Cuenta con 6 mil prostitutas y gigolos registrados, pero están confinados al Distrito de “Geyland” y no hay proxenetas.
Tiene los dos casinos más grandes del mundo, pero son para los turistas. Si los ciudadanos de Singapur quieren entrar, deberán pagar un impuesto especial, y demostrar el origen de su dinero.

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