martes, 18 de abril de 2017

ARTÍCULO

Los Maestros Rurales
Apolinar Castrejón Marino
El papel del maestro en el transcurso de los siglos, nunca estuvo a discusión, ni fue estigmatizado. Eso era, cuando se dedicaban a hacer que los alumnos aprendieran a leer y escribir, hacer cuentas, y comprender su nacionalidad.
En la actualidad, los niños aprenden cosas en la televisión, y en Internet, y cuando llegan a la educación elemental, ya llevan un gran cúmulo de conocimientos y referentes, del mundo y de la vida. Muy lejos quedó aquella teoría de la tabla rasa.
Las tendencias actuales en educación, operan denotativamente, como si la televisión y la Internet pudiesen sustituir a la escuela, y han llegado al extremo de considerar que el maestro, ya no es indispensable.
Hoy en día, abundan las modalidades de educación a distancia, educación en línea, y estudios por internet. Aunque son sistemas completamente diferentes, la gente los practica indistintamente. Está fascinada porque  los cursa en menor tiempo que la educación legal, lo hace en la comodidad de su casa, y al ritmo y tiempo que puede.
Sin embargo, la educación escolarizada siempre representará el conocimiento estructurado y estandarizado, y los programas escolares oficiales, siempre serán la única garantía de que el estudiante haya adquirido el nivel legal de conocimientos para merecer un título, y una cédula profesional.
Respecto a la educación inicial, el ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, llamó mucho la atención con sus declaraciones de que “…en la escuela se aprende matemáticas, lenguaje, ciencias, inglés, geometría, y se refuerzan los valores que los padres y las madres han inculcado a sus hijos”.
El venerable señor, todavía agregó que “…en la casa se aprende a saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad, y la propiedad ajena, ser organizado, etc.”
Uruguay es un país muy lejano de México, y quizá allá esto sea cierto, pero aquí, las condiciones económicas superan con mucho cualquier política educativa, aunque esté basada en las mejores intenciones.
Según los datos oficiales, y las observaciones que cualquier ciudadano puede hacer del entorno, en 4 de cada 10 hogares mexicanos, el sostenimiento corre a cargo de la mujer. Además, en 2 de cada 10 hogares, no existe figura paterna. Si supiera esto, el señor Mujica, ¿diría lo mismo?
A mediados del siglo pasado, la situación de la sociedad mexicana era aún peor, pero hubo una generación heroica de educadores que se remontaron a los más apartados rincones de México a llevar educación y cultura a los niños indígenas y campesinos.
Estos educadores improvisados, no eran normalistas, ni siquiera profesionistas. Muchos solo contaban con estudios de secundaria, pero tenían la mejor cualidad, el deseo de ayudar a esa gente más pobre y desgraciada que ellos.
Por eso, no se concretaban a enseñar en el aula a los niños. Por las tardes también impartían enseñanzas de cultura general a los adultos. Les hacían relatos históricos y mitológicos, les contaban anécdotas de los grandes personajes de la ciencia, la literatura y el arte.
Los fines de semana realizaban campañas de salud e higiene, de horticultura, de construcción, deportes, artesanías, rotación de cultivos, y muchas otras. Cortaban el pelo a sus alumnos, combatían sus parásitos, sanaban sus infecciones, y aun enseñaban recetas de cocina a las mujeres.
Así se ganaron el título de MAESTROS, y con él, el respeto y admiración de los pobladores. Como podían esas pobres gentes, les retribuían dándoles la alimentación, construyéndoles la “Casa del Maestro”, y facilitándoles el transporte con caballos, cuando salían “pal pueblo”.
Era un orgullo ser maestro, y también era un compromiso, porque debía ser modelo de conducta, de trabajo y de honorabilidad. El maestro todo lo podía y todo lo sabía, y en muchos casos actuó como partero, como casamentero y como asesor legal, ante la falta de esos profesionistas en esos apartados lugares.
Expresamos nuestro respeto y agradecimiento a esos maestros rurales que dejan la comodidad de sus hogares para irse a las comunidades, sin que les amedrente la inseguridad, las carencias, ni las inclemencias del clima.


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