viernes, 21 de abril de 2017

ARTÍCULO

Derrota y Muerte
de Magallanes 

Apolinar Castrejón Marino


“Entre los individuos como entre las naciones”…permea la intriga, la violencia, y la guerra, a pesar de los esfuerzos de os gobiernos y muchas organizaciones políticas y sociales para que vivamos en paz, armonía y tolerancia.
¿Será quizá que el origen de la violencia no se encuentra en nuestra mente? Algunos historiadores suponen que hay alguna herencia grabada con fuego en nuestra naturaleza, a través de muchas generaciones.
Algo de esto, queda de manifiesto en las luchas de conquista y de dominio, cuando el llamado “Nuevo Mundo” fue visto como un botín para los países colonizadores de Europa. España, Italia, Inglaterra, y hasta Portugal se abalanzaron a matar a los indios de estas “nuevas tierras” ¿por qué? Pues para quitarles sus tierras.
Pero ¿por qué? Pues porque creían que ellos eran superiores. ¿Y por qué creían eso? Pues porque tenían armas y embarcaciones, y estaban preparados para la guerra. Pero ¿Por qué? Pues porque según ellos, les asistía el derecho de tomar lo que habían descubierto.
Pero “toparon con pared” porque en estas tierras también había hombres valientes, dispuesto a defender sus propiedades y su forma de vivir. Lapu-Lapu es el primer héroe nacional que resistió el ataque de los extranjeros. Los primeros lugares que se propusieron conquistar los españoles fue un conjunto de islas, del sudeste asiático, a las cuales después se llamaría Filipinas.
Según las crónicas de Antonio Pigafetta, el marino portugués Fernando de Magallanes se puso al frente de 48 hombres acorazados armados con espadas, hachas, ballestas y pistolas. Pero debido a la costa rocosa y los corales, se vieron obligados a anclar sus naves mar adentro, y no pudieron desembarcar directamente en la playa.
Los nativos tuvieron tiempo suficiente para armar la defensa, pues los soldados se acercaron a la playa en pequeños botes. Cuando bajaron de los botes, teniendo el agua hasta los muslos los nativos cargaron contra ellos, hiriendo  a casi la mitad. Los soldados que habían quedado en el barco no pudieron usar los cañones para proteger a sus compañeros.
Los nativos se retiraron a reorganizarse, pero luego volvieron con 1500 guerreros de Lapu-Lapu armados con flechas y lanzas. Los soldados europeos fueron dispersados y asesinados de uno a uno. Ante esta situación crítica, Magallanes se vio obligado a ordenar la retirada. Pero ya era muy tarde, pues un grupo de aborígenes, lo reconoció como al comandante y lo atacaron hiriéndolo en una pierna con una flecha venenosa y en el brazo derecho, con una lanza de bambú.
Aun herido, Magallanes representaba un serio peligro, pues si bien los nativos eran superiores en cantidad, los españoles contaban con mejores armas como pistolas, espadas, armaduras, cañones y ballestas, que superaban con mucho los arcos, las flechas y las lanzas de bambú de los nativos. Los españoles eran soldados, y los nativos eran campesinos y recolectores. Lapu-Lapu se enfrentó en combate cuerpo a cuerpo a Magallanes, que blandía su espada ensangrentada. Lleno de rabia, Lapu logró herir con su lanza en la cara y luego se la encajó entre las costillas.
Borbotones de sangre salían por su boca, mientras sus soldados huían despavoridos, y a lo lejos sus aliados el Rajá Humabon del Cebú y el Rajá Calambu de Limasawa, miraban la derrota de los invasores. Entre los sobrevivientes, iba Pigafetta, quien posteriormente relató los pormenores de La Batalla de Mactán ocurrida el 27 de abril de 1521 en las Islas Filipinas
Lapu-Lapu es conmemorado por numerosos monumentos, calles y plazas en Filipinas, así como por una ciudad en la isla que lleva su nombre, y hasta una variedad de pescado local. Retadoramente, las autoridades españolas colocaron un obelisco dedicado a Magallanes, en Mactán, ensalzándolo como introductor de la civilización y fe católica.
Su expedición, había sido patrocinada por la corona española, en búsqueda de un camino a través de América para llegar a Asia, luego de cruzar el Océano Pacífico y atravesar el estrecho que se llamaría “De Magallanes”, para así salir al océano Índico y continuar hasta las Islas de las Especias.

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