martes, 8 de agosto de 2017

ARTÍCULO

No más feminicidios
Wendy Alanís
Erradicar el virus cancerígeno de la violencia contra la mujer, es una tarea por demás titánica, máxime cuando una mujer ataca a otra mujer con adjetivos machistas y peor aún si esa fémina es funcionaria de una dependencia tan importante como la Secretaría de la Mujer (SEMUJER)
Tal fue lo que me sucedió hace algunos años (no puedo precisar fechas) cuando un par de amigos me pidieron trabajar una semana con ellos en la famosa feria de San Mateo Navidad
y Año Nuevo que se hace cada diciembre aquí en Chilpancingo.
Durante esa semana de trabajo en dicha feria, mi horario de salida era a las diez de la noche, en el último día de trabajo y faltando solo una cuadra para llegar a mi casa, un joven de al menos veintidós años me atacó pretendiendo despojarme de mi blusa y buscando la manera de manosear mis genitales, me defendí y mis gritos alertaron a los vecinos que rápidamente me auxiliaron, detuvieron al muchacho, pidieron el auxilio de la policía municipal  y fuimos llevados a la barandilla, algunos como testigos y otros como indiciados.
En ese entonces Rigoberta Román Orea, era funcionaria en la SEMUJER (no puedo precisar cuál era con exactitud su función) pero después de ese penoso accidente con pudo ser mi violador, dejando al joven en cerrado en la cárcel municipal. Eran las ocho de la mañana en punto y cuando aún me encontraba disfrutando de la dulzura de mi sueño, alguien toca fuerte a mi puerta logrando despertarme. Abro y mi sorpresa fue encontrarme con la cara conocida de la licenciada Rigoberta Román quien rápidamente se apresuró a comentarme el motivo de su visita; era defender a mi agresor sexual.
Entre las palabras que de su boca salieron fueron “conozco a su familia y son personas muy decentes”, “dudo mucho que él te haya hecho algo”, de ahí en adelante todo se difuminó en defender a mi agresor sexual y atacar a una mujer, me ofreció dinero para no acusarlo ante el ministerio público y lo asesoró legalmente para que negara todo lo que yo dijera. Esa es hoy la Fiscal Especializada para la atención a periodistas.
Desde esta trinchera; lanzo una pregunta a Rigoberta Román Orea: ¿Quisiera saber si con la misma saña con que me atacó en ese entonces, siendo mujer igual que ella y estando ella trabajando en la SEMUJER para evitar que un violador de mujeres fuera a la cárcel, defenderá a quienes ejercemos el mejor oficio del mundo, el periodismo?
Pero hoy en día una vez más compruebo que la Secretaría de la Mujer no es otra cosa que un “elefante blanco” de los tantos que tenemos y que solo se columpian del erario público.
Las últimas dos semanas del pasado mes de julio, una vértebra de transición me volvió a postrar en cama para lo cual pedí ayuda vía telefónica a otra funcionaria de la misma dependencia, de la cual prefiero omitir el nombre para evitar represalias, siendo además que fue ella misma y después de que yo externé en un acto público que la SEMUJER es un “elefante blanco”, la que se ofreció a demostrarme lo contrario.
Durante los días de dicho padecimiento la llamó telefónicamente para pedir ayuda, ella acude directamente a mi domicilio y me traslada en taxi a un hospital.
Durante el trayecto me repite en varias ocasiones que ya se encuentra de vacaciones y que tuve mucha suerte de hallarla (aclaración que sale sobrando sobre todo cuando se supone que se hace de corazón), pasado un tiempo se despide de prisa diciendo que su marido la está requiriendo para que le dé de comer, que busqué a otra persona que me ayude. El mensaje fue el abandono.
Fue la última vez que supe de ella. No esperaba que ella estuviera conmigo las veinticuatro horas, acudí con dicha persona  por ser funcionaria de la dependencia encargada de la supuesta defensa del género femenino y le pedí ayuda no limosna. Aunque recuperar medianamente mi salud me llevó al menos tres semanas, agradezco a la señora “S” su valiosa cooperación para llevarme al hospital, sin eso tal vez hubiera empeorado en mucho.

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