jueves, 12 de octubre de 2017

ARTÍCULO

La naturaleza el ensayo
Apolinar Castrejón Marino
Hoy queremos hacer un beneficio a nuestros amigos estudiantes, esos jóvenes maravillosos que están preparándose para transformar al mundo, con su genialidad y talento.
Parte de su entrenamiento en la escuela, consiste en la elaboración de resúmenes, monografías, biografías y ensayos, para lo cual, sus mal llamados maestros, les enseñan los tipos y formas de cuantos escritos existen, de que partes se componen, y cuál debe ser su tamaño. les hablaremos del ensayo.
Los maestros están positivamente convencidos de que es un texto, escrito en general por uno o varios autores, en el cual exponen de manera libre, su punto de vista y opiniones, acerca de un tema que les hayan encargado; y esto es lo que les encargan a sus alumnos como “tarea”.
Hay unos maestros que son tan específicos, que les dan
instrucciones para que sus ensayos se formen de una introducción, un desarrollo y una conclusión. Pero fíjese que no. No sabemos dónde aprendieron esto, o como saben que se trata del género que más libertad otorga al autor, y que no necesita los requisitos y las formalidades que tienen otros tipos de textos. Esta es una calidad indecorosa que los mal llamados “maestros” atribuyen al ensayo.
Por su parte, a los estudiantes, hasta llega a agradarles el ensayo, principalmente porque les han enseñado que no requieren seguir un método científico de investigación, y que les ofrecen la posibilidad de que desborden su habilidad de expresión y argumentación.
Pero, alumnos y maestros que así piensan, han vivido en un error. Sabrán mucho de academia, de literatura y hasta de ciencias, pero lamentablemente, parece que no conocen de historia.
Estamos seguros que ignoran que hubo erudito francés llamado Michel de Montaigne, un perigordino (originario de Périgord, provincia del suroeste de Francia, situada al noreste de Aquitania), que se cultivó con las obras clásicas de los grecolatinos.
Este noble francés rechazaba la violencia y el fanatismo, y los conflictos fratricidas entre católicos y protestantes, y entre güelfos y gibelinos, que había en su época.
¿Que sais-je? Traducido como ¿Qué sé yo? es el aforismo que resume su pensamiento filosófico. Dedicó gran parte de su obra a “…describir al hombre, y en particular a mí mismo”. Analítico y autocrítico, escribió: “No he visto nunca tan gran monstruo o milagro, como yo mismo”.
Montaigne también lamentaba el “descubrimiento” y conquista del Nuevo Mundo, en razón de los sufrimientos y tortura que los europeos ocasionaban a los aborígenes de las “nuevas” tierras, a los que llamaban salvajes que, eran sometidos a la explotación y esclavitud.
Con esta temática, escribió varias obras de gran sentido humanista, siguiendo la trayectoria que habían trazado Erasmo, Juan Luis Vives, Tomás Moro, y Guillaume Budé. Luego se retiró a ejercer su puesto como Consejero del Parlamento de Burdeos, y algunos años, a administrar sus bienes y su castillo en el Périgord.
Cando sintió que había madurado más, empezó a escribir sus opiniones estrictamente personales sobre temas que consideraba más delicados, sus pensamientos y razonamientos más íntimos. Consideraba que nuestros razonamientos son  actos volitivos, sobre los cuales no tenemos ningún control, y que sin embargo nos hacen sentirnos superiores a los animales.
También escribió que pensaba de la humanidad: estaba convencido que no vive de certidumbres y por ello, no le convienen las proposiciones absolutas ni generales.
Estos complejos ensayos filosóficos de inspiración estoica (“Filosofar es aprender a morir”), llenos de confidencias personales (“Sobre la vanidad”, “Sobre la experiencia”), y acerca de su experiencia sobre el amor y la sexualidad, (“Sobre las marcas”), Eran obras que consignaban específicamente ideas personales.
Pero “Los caníbales” los “mandatos divinos” los “olores”, y las “oraciones” nada tienen de informal ni licencioso. Evitaba deliberadamente lo que consideraba una pedantería, la referencia al autor u obra que inspiraba su pensamiento. Más lo hacía para no tener a quien hacharle la culpa de sus reflexiones. Editores y anotadores posteriores, suplieron esta menudencia.
Montaigne llamó ENSAYOS a estos escritos, porque eran una argumentación consigo mismo, para reforzar su posición, y comprobar sus hipótesis, mediante la exposición desde diferentes ángulos.
Fueron tanteos de como exponer sus ideas con mayor claridad y fluidez. Así las cosas, ¿Estamos de acuerdo en que un ensayo no es un escrito caprichoso, poco ordenado, e irresponsable?
El que realiza un ensayo, o lo encarga, debe tener siempre presente que  es la argumentación personal; lo que una persona piensa o cree. Y tampoco debe perder de vista que es de orden ético, porque apela a sentimientos, virtudes y aspiraciones.
Realmente, no intenta transmitir información o datos, ni pretende ofrecer una enseñanza, y como no es una obra acabada, no puede contener una conclusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.