martes, 31 de octubre de 2017

COLUMNA

CDMX, 30 de oct. 2017.- Era la tarde del 22 de diciembre de 1815, en San Cristóbal Ecatepec, el cuerpo de José María Morelos y Pavón, estaba atravesado por las balas del ejército realista, cayó muerto el prócer de la patria.
Cinco años después, su compañero de combate, José María Morales, fue desterrado de la Nueva España con destino a Ceuta, África. Era el capellán de la Insurgencia.
La historia de estos dos personajes, con nombres casi iguales, se inició con la guerra de Independencia; pero sus vidas terminaron de manera diferente y en
sitios distintos.
El 5 de noviembre de 1815, Morelos y Morales fueron capturados por los realistas durante la batalla de Temalaca, en el actual estado de Guerrero. Se terminaba la gloria del Caudillo.
El saldo de la derrota fue de 300 insurgentes muertos y la ejecución de 30 personas ese mismo día; y después, fusilaron a 200 presos más y se enviaron otros 50 hacia Manila, Filipinas, como esclavos. Pagaban su valentía y convicción por  la patria, de esa manera.
Pero sin duda, la derrota principal fue que Morelos fue capturado por los realistas después de una acción heroica, al decidir combatir, con gran desventaja, contra el ejército español para que el Congreso de Anáhuac escapara, resguardado por Nicolás Bravo.
No así Morales, quien prefirió entregarse a los soldados del Virreinato, al contrario, esto generó muchas dudas entre sus captores, pues no quedaba claro si se entregó por sus diferencias con los insurgentes o para salvar su vida.
Ambos, Morales y Morelos fueron llevados a la Ciudad de México; y se les encerró en las prisiones secretas de la Inquisición, incomunicados y separados, para interrigarlos.
Durante los días siguientes se les interrogó sobre la insurgencia, sus acciones y los contactos con potencias extranjeras.
El virrey Félix María Calleja ordenó que a los dos se les hiciera cuanto antes “sumaria y degradación” para que en cuatro días fueran fusilados. La muerte los tenía cercads.
No obstante, Pedro de Fonte, arzobispo de México, intercedió por Morales, y así salvó su vida. Aunque le esperaba el destierro; el virrey Juan de Apodaca, estaba  implacable en esos casos y tomó la decisión de no tenerlo en el país.
Se apagaba la vida de José María Morelos y Pavón y surgía la luz de la esperanza de continuar el avance de la lucha hacia libertad; tomaría la estafeta insurgente Vicente Guerrero, que obligaría a base de triunfos sobre Agustín de Iturbide a pactar la consumación  de la Independencia.
GUERRERO HOY._ Para demandar una audiencia con el gobernador del Estado y exigir seguridad para los trabajadores del transporte en Chilpancingo, los choferes de taxis, mixtas y camionetas “colectivas”, iniciaron una jornada de lucha pacífica que comenzó con la pinta de leyendas en los medallones de todos los autos, sin embargo advirtieron que en caso de no tener respuesta de la autoridad podrían hacer otro tipo de acciones.. Y eso que es pacífica y al canto una amenaza de que mejor los atienda el gober, si no… Ya desfilaron por el encardo de Tránsito Inocente Mojica Peña, al que le colgaban no milagritos sino buenos pedazos de infiernos, no dio ancho y lo sucedió Roberto del Moral que también fracasó, llegó Daniel Bautista y pronto se fue; hoy Pablo Astudillo, de ilustre apellido por ahora, al que le estalló la “papa caliente” de los transportista que no lo pelaron y fueron ate el mandamás… otro truena?

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