viernes, 24 de noviembre de 2017

ARTÍCULO

Medalla Belisario Domínguez
Apolinar Castrejón Marino
Eran las 10 de la noche cuando José Hernández Ramírez “El Matarratas”, llegó hasta el hotel “Jardín” en el centro de Coyoacán en la Ciudad de México. Tenía el encargo preciso de liquidar a Don Belisario.  En ese tiempo se decía liquidar, o silenciar, o despachar.
Junto con el matarratas iban otros personajes igual de siniestros: Gilberto Márquez, Alberto Quiroz, y Gabriel Huerta. En ese tiempo les llamaban matarifes, que quiere decir carniceros, y que ahora les llamarían sicarios.
Lo importante para esta historia es que tenían en encargo de liquidar al senador de la república Belisario Domínguez. Pero no solo liquidarlo, antes de morir tenía que sufrir, y su muerte debía ser una advertencia para quienes se opusieran al gobierno.
Como si fuera una vaca, amarraron con una reata a Don Belisario, y le cubrieron la boca con un paliacate para que no gritara. Lo empujaron al piso de un automóvil, y los cuatro asesinos se subieron, y luego partieron con rumbo del cementerio de Xoco. Detrás de ellos iba otro automóvil en que viajaba el doctor Aureliano Urrutia, con el encargo de
vigilar que se cumpliera el “encargo”. A esas horas, nadie se aventuraba por esos andurriales, no habría otros testigos.
Al llegar al cementerio, bajaron a Don Belisario, y a empujones lo llevaron a una fosa recién abierta. Lo golpearon con los puños, y cuando cayó al suelo, lo patearon en todo el cuerpo. Con un palo lo golpearon en la cabeza y la cara hasta destrozarlo. Pero aún estaba vivo así que el matarratas le disparó 4 balazos al pecho a quemarropa.
Cuando lo vieron bien quieto, llamaron al doctor para que certificar que estaba muerto. Pero hizo algo más: sacó su instrumental y le cortó la lengua. Los matarifes desnudaron el cadáver y lo empujaron a la fosa. Entre risotadas aún le dispararon en otras 6 ocasiones.
En esa misma época, los mafiosos italianos asesinaban a los traidores y colocaban un canario sobre el pecho del cadáver, para indicar que “había hablado demasiado”. Pero eso no lo sabían los asesinos mexicanos, así que decidieron cortarle la lengua a Don Belisario. Pero ¿Por qué?
Pues muchos mexicanos estaban inconformes con el gobierno de Victoriano Huerta, principalmente porque había asesinado a Don Francisco I. Madero, y luego se había apropiado de la silla presidencial. Era un usurpador, pero nadie decía nada por temor. Todos sabían que Huerta era muy violento; le decían el chacal. Por su parte, Victoriano Huerta decía: “Mi corazón está lleno de odio”.
Don Belisario era chiapaneco y estudió en Paris, donde se graduó de médico cirujano y partero. A su regreso se instaló a vivir en la ciudad de México, y de inmediato comenzó a involucrarse en los asuntos públicos. Fundó el periódico El Vate, en el cual publicó artículos de denuncia contra el gobernador porfirista de Chiapas, Rafael Pimentel.
Debido a su activismo, fue electo senador suplente de Leopoldo Gout por Chiapas. El 3 de marzo de 1913, al morir Don Leopoldo, pasó a ocupar la curul. Ahí desató su ideología liberal y se convirtió en fuerte crítico de Victoriano Huerta.
En sus discursos en el senado, se le escuchaba decir: “Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz, que asesina sin vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de obstáculo”. Pero para responder al informe que Huerta rindió ante el Congreso el 16 de septiembre, no se midió, pues afirmaba que el informe contenía muchas falsedades, Huerta se refería a un panorama distinto de la realidad nacional. Exactamente como lo hace Peña Nieto en la actualidad.
Reclamó a sus compañeros senadores, su deber de implantar el orden, y para ello solicitaba ser investido como comisionado para pedir la renuncia de Huerta, mediante un escrito firmado por todos los senadores. Esa fue su sentencia de muerte.
Pero su asesinato no fue en vano. Pues aunque a los pocos días Victoriano Huerta, disolvió el Congreso y encarceló a 90 diputados. A Pablo Castañón, abogado de los presos políticos, le mandó aplicar la ley fuga, el diputado por Oaxaca, Adolfo Gurión fue ajusticiado, y Serapio Rendón, fue trasladado como preso a Tlalnepantla y muerto de un balazo en la espalda mientras escribía un mensaje.
Iniciaron grandes protestas en contra de Huerta, de la clase política, el clero, los militares y la gente. De chacal no lo bajaban. Todo se agravó para el con la situación militar: la victoria de Villa en Torreón, los Constitucionalistas avanzando desde el norte hacia el este, y Zapata empujando hacia el norte desde Morelos, Huerta quedó rodeado en la Ciudad de México.
El 8 de julio de 1914, nombró como presidente interino al Secretario de Relaciones Exteriores, Francisco S. Carvajal, e hizo preparativos para llevar a España a su familia. Y el 15 de julio, presentó su carta de dimisión al Congreso.
En la historia del parlamento mexicano, Belisario Domínguez se convirtió en un ejemplo de lo que un legislador debe hacer ante las injusticias, aún a costa de su vida. El 3 de enero de 1953, a propuesta del entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines, se expidió el decreto por el cual anualmente se entregaría la medalla Belisario Domínguez.

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