viernes, 17 de noviembre de 2017

COLUMNA

CDMX, a 15 de nov, 2017.- Ayer comentamos que las fuerzas federales, atacaron la casa donde vivía la familia Serdán Alatriste, padres de Carmen Serdán Alatriste, quien nació en puebla el 11 de noviembre de 1873. Desde jovencita resaltó sus ideales democráticos y luchó por los derechos humanos y la libertad. Toda una guerrera.
Los que saben, afirman que Carmen y sus hermanos fueron educados por su madre ya que el padre se ausentaba por días  y Carmen aprendió a leer y a escribir en una
escuela particular llamada Colegio Teresiano.
Se entregó tanto a la lucha anti reeleccionista que no se casó, no quiso arrastrar a sus hijos a vida difícil y arriesgada: Había perdido a sus hermanos.
Todos vivían en la casa de Natalia, su hermana con la esposa de Aquiles y ocho niños y fue convertida en cuartel general y almacén en el que había fusiles, pistolas, pólvora bombas de fabricación casera y municiones.
Tras el ataque del 18 de noviembre que perdió a sus dos hermanos, fue trasladada a la cárcel de la Merced de Puebla, con su cuñada embarazada y su madre; ahí se resistió a comer. Estaban en una celda insalubre; las amigas y su hermana Natalia se le proveían alimentos los seis meses que permanecieron encerradas.
Gracias a los abogados afines a la causa, las tres mujeres fueron trasladadas al Hospital Civil, para socorrer en el nacimiento de la pequeña Sara; hija de Aquiles, a quien en honor de la esposa del dirigente Francisco Ignacio Madero pusieron ese nombre, Sara.
Después regresaron a la cárcel y pese a las precarias condiciones Sara no sufrió por falta de ropa, las monjas se la tejían con voluntad.
Al salir de la prisión Carmen se mantuvo fiel a la causa, después del golpe de Estado de Victoriano Huerta, continuó en la lucha revolucionaria apoyando a Venustiano Carranza mediante la Junta Revolucionaria en Puebla desarrollando su acostumbrada labor de proclamación, propaganda y envío de mensajes, distribuyendo armas.
Estuvo como enfermera de las fuerzas combatientes. En 1914 Carmen fue encomendada a entregar en mano al general Zapata, una carta, que Venustiano Carranza, le ordenó, en la que le pedía al sureño actos de colaboración entre ambos.
Carmen caminó por valles, bosques y caminos escabrosos temerosa de ser atacada por bandoleros o soldados; al llegar al campamento agrarista la recibió Emiliano Zapata, pero fue en vano; el distanciamiento con Carranza era irreversible.
Al terminar la lucha armada, Carmen vivía en la ciudad de México, por Tacubaya, como encargada de la Escuela Nacional de Maestros y criando a sus sobrinos, los hijos de Aquiles, ya que su cuñada había fallecido tiempo atrás. Después de  38 años del ataque a la casa de Santa Clara, en Puebla, terminó su vida en agosto de 1948.

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