𝗟𝗼𝘀 𝗿𝗲𝘁𝗼𝘀 𝗳𝗿𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗮 𝗘𝗘𝗨𝗨 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗮ñ𝗼 𝟮𝟬𝟮𝟲

Fernando Hinterholzer Diestel 

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, presentada hace un par de semanas, indica un cambio significativo para México y la región latinoamericana. El presidente Trump ha redefinido su estrategia hemisférica y pone a México en el centro de su seguridad nacional. Al hacer esto, vincula explícitamente su estabilidad interna con la capacidad de México para debilitar a las grandes organizaciones criminales que controlan territorios, procesos electorales y flujos ilícitos en amplias zonas del país. El cumplimiento de esta responsabilidad resulta esencial para el sostenimiento y expansión de las cadenas productivas que integran económicamente a América del Norte. De modo que el rediseño estratégico planteado en la Esen no parece ser una declaración retórica, sino una invitación quizá única en nuestra generación, para construir una arquitectura de seguridad subcontinental que esté a la altura de los desafíos compartidos. La convergencia de intereses es insólita. México requiere recuperar su territorio; Estados Unidos necesita que México lo logre, y Canadá requiere un corredor norteamericano seguro. Casi nunca los estímulos se alinean tan claramente. La pregunta es si México tendrá la capacidad y el valor para tomar la iniciativa. Si no lo hacemos, nuestro país seguirá atrapado en los ciclos de violencia criminal y la indolencia institucional que debilitan día a día, nuestra vida pública. Si este fuera el caso, Estados Unidos, apoyado en su nueva doctrina estratégica, actuaría unilateralmente para protegerse.

La estrategia Trumpiana ambiciona renovar “la Doctrina Monroe” y presenta como prioridades el fortalecimiento de alianzas que otorguen estabilidad, que detengan a las mafias criminales transnacionales, contengan a los flujos migratorios, y protejan la competitividad regional frente a potencias rivales. El “Corolario Trump”, enfatiza la necesidad de involucrarse más hondamente en la seguridad mexicana para proteger a Estados Unidos. Este señalamiento, en lugar de interpretarse como intromisión, debe entenderse como el reconocimiento de que la seguridad subcontinental depende, cada vez más, de la fortaleza institucional de México. Ante este escenario, México tiene dos opciones: replegarse en un discurso defensivo o actuar con visión de Estado y convertir la presión externa en un proyecto de transformación nacional. La mejor alternativa, por mucho, es inclinarse por tal transformación, la cual podría cristalizar en un Tratado de Seguridad para América del Norte (TSAN) que articule una cooperación de gran escala entre México, Estados Unidos y Canadá. 

Para alinearse con la estrategia de Trump, la presidenta Sheinbaum necesita un mayor control y operación política, en lo interno y en lo externo. Pareciera, que no se está leyendo correctamente el cúmulo de retos que se acumulan para el año entrante: hay demasiados cabos sueltos, miembros del gabinete que no funcionan, otros que no colaboran para la presidenta, sino para sus enemigos interno y que gozan haciéndola resbalar o desgastarse en temas que no tendrían siquiera que llegar a Palacio Nacional. La Mañanera ya no suma, desgasta. No hay un firme control de las cámaras, sobre todo en el Senado, donde son pocos los de Claudia. Hay muchos gobernadores que juegan sus propias cartas. Tal parece que no se termina de comprender, por lo menos en el discurso y la narrativa gubernamental (estoy seguro de que el gabinete de seguridad y la propia presidenta lo entienden perfectamente), la importancia y la amenaza que significa que se designe el fentanilo como un arma de destrucción masiva. 

La resolución del presidente Trump de que “el fentanilo sea designado como arma de destrucción masiva”, tiene para nuestro país denotaciones en varios campos, especialmente en política y estrategia. Sin embargo, las implicaciones más importantes tocan también al ámbito militar y diplomático, ya que la medida amplía considerablemente el margen de operación y con ello la autoridad hegemónica estadounidense. La Orden Ejecutiva del mandatario estadounidense no incluye ninguna acción, y envio el tema a las áreas encargadas de velar por la seguridad nacional. Para el gobierno de Sheinbaum esta designación no cambia automáticamente la ley, pero sí endurece el entorno de tensión en la relación bilateral. Se asocia al gobierno de México no sólo con su alianza intolerable con las organizaciones criminales sino con amenazas masivas a poblaciones civiles y daña aún más la imagen del país en foros multilaterales. El mensaje es también para el ecosistema político en el que México se mueve. El fentanilo redefine el tablero del “poder duro” externo con posibles sanciones, presiones diplomáticas y condicionamientos implícitos. 

Finalmente, México ha tenido que aceptar todas las condiciones impuestas desde Washington, aunque la presidenta no lo informe en sus “mañaneras”. Tuvo que darlo a conocer el departamento de Estado de la Unión Americana para que México reconociera que había llegado desde la semana pasada a importantes acuerdos de seguridad con Estados Unidos, cuyos términos estrictos no se divulgaron, pero que abarcan el intercambio de información y tecnología en la lucha contra los drones que maneja el crimen organizado, más extradiciones hacia la Unión Americana, decomisos de activos de grupos criminales y colaboración de Washington en la lucha contra el huachicol. Por lo pronto, será inevitable, el choque en los próximos meses con EEUU por el caso de Venezuela Los elementos que se han acumulado en los últimos días apuntan a un choque diplomático-comercial que podría estallar más pronto de lo que calculamos.  

Mientras tanto, nuestro déficit de terror, continúa asolándonos. “Relaciones políticas criminales; contrabando de hidrocarburos a gran escala bajo la dirección de altos funcionarios; asesinatos políticos; veladas o abiertas pugnas internas entre facciones y cuadros más destacados; apropiación sistémica de espacios de poder; fraudes generosos; la actividad de las bandas criminales a todo vapor. Más de 120 mil desaparecidos. Hemos visto todas las formas del horror. Campos de exterminio. Miles de fosas clandestinas. Muchachos obligados a matar a sus amigos a palos. Más de 26 mil niños muertos. Vivimos una guerra a la que no queremos llamarle guerra. Cientos de miles de huérfanos. Decenas de miles de desplazados”. ES CUANTO 

𝘼𝘿𝘿𝙀𝙉𝘿𝙐𝙈: El gobernador Eduardo Ramírez entregó su primer Informe de Gobierno a la Legislatura local. A un año de iniciada la administración, el balance subraya avances en materia de seguridad, la reconstrucción del Estado de derecho y acciones encaminadas a componer el tejido social. El gobierno chiapaneco reporta también progresos en educación, medio ambiente, infraestructura, salud, economía y combate a la desigualdad social. Durante el informe, el senador José Manuel Cruz Castellanos (Morena) y el diputado federal Guillermo Rafael Santiago Rodríguez (Morena) fueron los “invitados incómodos” del evento. Nos relatan que don José Manuel, quien fue secretario de Salud en la pasada administración y está bajo la lupa de la auditoría estatal por presuntos malos manejos, fue recibido por un grupo de manifestantes que le gritaron el clásico “¡fuera, fuera!”. 

#𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴𝘔𝘢𝘭𝘺𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴𝘈𝘪𝘳𝘗𝘦𝘰𝘳.